¿Cómo respondería el ejército de Maduro a la presión de Estados Unidos?

Venezuela lleva años preparándose para una guerra asimétrica, elaborando planes de insurgencia contra un rival mucho mayor. Queda por ver si las fuerzas armadas mantendrían su lealtad a Nicolás Maduro

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Militares participan en la inauguración
Militares participan en la inauguración de una plaza en Caracas (EFE/Miguel Gutiérrez)

Misiles de crucero iraníes diseñados para destruir buques en el mar. Misiles tierra-aire rusos para derribar aeronaves que vuelan a baja altitud. Vehículos blindados chinos para reprimir protestas. Incluso algunos viejos cazas F-16 estadounidenses.

En teoría, Venezuela parece tener defensas sólidas que podrían estar a la altura de la potencia militar de Estados Unidos.

El inusual arsenal del país, adquirido en gran parte de adversarios de Estados Unidos y complementado con años de armamento entregado a civiles para reforzar su defensa, muestra los retos que podría enfrentar Estados Unidos mientras concentra sus fuerzas en el Caribe. Las autoridades estadounidenses están evaluando distintas opciones de acción militar contra Venezuela para acabar con el gobierno autoritario del presidente Nicolás Maduro.

Pero las apariencias engañan. A diferencia de los militares de la vecina Colombia, las fuerzas armadas de Venezuela carecen de la experiencia de realmente haber combatido en una guerra.

El ejército venezolano está plagado de problemas que incluyen armamento en mal estado, falta de formación y deserciones, según señaló James Story, quien fue embajador estadounidense en Venezuela de 2018 a 2023.

En un país con un largo historial de intentos de golpe de Estado, la cohesión en los rangos superiores del ejército venezolano es otro tema de debate: ¿Un desafío a Maduro podría provenir de sus propios generales?

Y también está la cuestión de cómo reaccionarían los militares venezolanos si Maduro cae.

Algunos expertos advierten que el país podría sumirse en una agitación estilo Libia si las fuerzas armadas se fracturan en grupos rivales. Otros dicen que tanto los soldados regulares como los civiles armados ofrecerían poca resistencia si el ejército estadounidense interviene con una fuerza abrumadora. Esto es lo que hay que saber sobre las fuerzas armadas de Venezuela y los intentos de Maduro de hacer un régimen “a prueba de golpes”.

Soldados venezolanos
Soldados venezolanos

¿Qué tan grandes son las fuerzas armadas de Venezuela?

Venezuela tiene unas capacidades únicas en la región”, afirmó Story, el ex enviado estadounidense.

Cuando Venezuela tenía ingresos abundantes procedentes del petróleo, sus dirigentes se lanzaron a comprar. Al no poder adquirir armas estadounidenses, Venezuela recurrió a proveedores como Irán, que le proporcionó la tecnología para fabricar drones portadores de misiles.

Pero el mayor proveedor de armas de Venezuela, por mucho, es Rusia, que ha suministrado todo desde tanques y helicópteros hasta rifles de francotirador Dragunov y lanzamisiles portátiles Igla-S.

Rusia ayuda a mantener algunos de los sistemas de armas. Como muestra de los estrechos lazos entre ambos países, un avión ruso Ilyushin Il-76, capaz de transportar 50 toneladas de carga militar, aterrizó en Caracas en octubre. Maduro ha pedido ayuda a Rusia y China para reforzar sus capacidades militares, según informó The Washington Post.

Aviones de combate Sukhoi de fabricación rusa forman la columna vertebral de las defensas aéreas de Venezuela. En teoría, Venezuela tiene una de las flotas de aviones de combate más capaces de Latinoamérica, equipada con misiles aire-aire de largo alcance.

Pero persisten las dudas sobre cuántos de los Sukhoi venezolanos funcionan. En septiembre, Venezuela hizo volar dos de sus anticuados F-16 de fabricación estadounidense en una demostración de fuerza sobre un destructor de misiles guiados de la marina estadounidense.

Los cálculos varían mucho, pero se cree que Venezuela tiene en total más de 30 aviones de combate operativos, más de 40 buques de guerra y hasta 200 tanques.

Venezuela también mantiene uno de los ejércitos permanentes más grandes de Latinoamérica. Entre todas las ramas, Venezuela cuenta con alrededor de 150.000 miembros en sus fuerzas armadas, señaló John Polga-Hecimovich, estudioso de Venezuela en la Academia Naval estadounidense.

Venezuela complementa estas fuerzas con células armadas pro-Maduro denominadas colectivos que funcionan como fuerzas paramilitares del gobierno; aunque nunca se han puesto a prueba en combate, podrían ayudar a repeler una invasión.

La Milicia Bolivariana, que organiza a los civiles en unidades armadas de reserva, podría proporcionar otra capa de defensa.

Maduro asegura que la milicia podría movilizar a 8 millones de reservistas, pero los analistas militares dicen que se trata de una exageración. Polga-Hecimovich dijo que un cálculo más verosímil del tamaño de la milicia es de alrededor de un millón, pero aun así no está claro si los civiles podrían ofrecer mucha resistencia a una intervención estadounidense fuertemente armada.

Fotografía cedida por el Palacio
Fotografía cedida por el Palacio de Miraflores donde se observa a un grupo de militares durante ejercicios en Caracas (EFE/Palacio de Miraflores)

¿Cómo podrían responder esas fuerzas a una acción militar estadounidense?

El despliegue militar estadounidense se está convirtiendo en la mayor prueba para las fuerzas armadas venezolanas en la historia reciente. Estados Unidos ha desplegado cerca de 10.000 soldados en la región; miles más llegarán pronto a bordo del portaviones Gerald R. Ford.

El gobierno de Donald Trump dice que su campaña está dirigida contra narcotraficantes que proceden en su mayoría de Venezuela, aunque Venezuela no desempeña un papel importante en el comercio mundial de drogas. Los ataques estadounidenses han ocasionado el fallecimiento de alrededor de 65 personas en embarcaciones que navegaban por el Caribe y el Pacífico oriental.

Diversos especialistas jurídicos afirman que los ataques violan el derecho internacional porque las personas abatidas no representaban una amenaza militar inmediata. Los dirigentes de Venezuela y Colombia afirman que los ataques equivalen a asesinatos.

Más allá de la lucha declarada contra las drogas, los funcionarios del gobierno de Trump afirman en privado que el objetivo es derrocar al líder de Venezuela, el presidente Nicolás Maduro. La CIA ha recibido autorización para ejecutar acciones encubiertas dentro de Venezuela, y el presidente Trump ha dicho que se avecinaban ataques terrestres.

El despliegue estadounidense, que incluye bombarderos B-52, drones Reaper y la unidad de élite de aviación de Operaciones Especiales del Ejército denominada “The Night Stalkers”, supera por mucho a las capacidades convencionales de Venezuela.

Pero los dirigentes venezolanos llevan años preparándose para lo que denominan guerra asimétrica, elaborando planes de insurgencia contra un rival mucho mayor y armando a los civiles para resistir una invasión estadounidense.

Los colectivos, células paramilitares que operan a nivel callejero, podrían, por ejemplo, convertir Caracas en un escenario mortal de guerra urbana, donde los combatientes encontrarían refugio en la topografía escarpada de la ciudad y en edificios abandonados, según expertos en seguridad.

Soldados con banderas en la
Soldados con banderas en la azotea de un edificio militar en Caracas el año pasado, durante una manifestación de apoyo al régimen (Alejandro Cegarra para The New York Times)

¿Las fuerzas armadas de Venezuela mantendrán su lealtad a Maduro?

Venezuela no es ajena a los intentos de golpe de Estado. Hugo Chávez, quien precedió a Maduro en el poder, ganó notoriedad tras organizar un golpe fallido en 1992. En Venezuela y entre los exiliados circulan constantemente rumores sobre supuestas conspiraciones.

Pero Maduro ha demostrado ser un experto en eludir los desafíos importantes contra su gobierno. Cuando Venezuela estuvo sumida en disturbios entre 2017 y 2020, avivados en parte por la crisis económica y la escasez de alimentos, su gobierno frustró al menos nueve motines militares, en su mayoría de oficiales de rango medio, dijo Polga-Hecimovich.

Una señal de estabilidad es el largo mandato del ministro de la Defensa de Maduro, Vladimir Padrino López, quien ha ocupado el cargo durante 11 años.

Antiguas figuras militares de Venezuela atribuyen a diversos factores el control que tiene Maduro sobre las fuerzas armadas.

Uno es un clima de miedo y paranoia. Durante años, funcionarios del gobierno han infiltrado agentes en el ejército, provenientes de Cuba y de la Dirección General de Contrainteligencia Militar de Venezuela, en roles de asesoría, donde vigilan cualquier signo de disidencia.

Los oficiales tachados de desleales enfrentan graves consecuencias. Han surgido denuncias de tortura en celdas de detención, documentadas por abogados, activistas de derechos humanos y funcionarios de las Naciones Unidas. Algunas figuras militares de alto rango que se enfrentaron a los dirigentes venezolanos han muerto en prisión.

Este año, las autoridades chilenas dijeron que el gobierno de Maduro ordenó el asesinato de Ronald Ojeda, ex oficial del ejército venezolano de 32 años, cuyo cadáver apareció enterrado bajo casi metro y medio de hormigón.

El gobierno de Maduro ha negado enérgicamente la responsabilidad.

De los 875 presos políticos recluidos por el gobierno venezolano, 173 son miembros del ejército, según Foro Penal, una organización no gubernamental.

El interés económico propio también podría contribuir a frenar una rebelión.

Maduro ha permitido que altos cargos militares se beneficien del narcotráfico o de empresas mineras no autorizadas, vinculando sus fortunas a la suya propia, según ex oficiales militares. Cualquier ruptura en ese modelo podría privar a generales y almirantes de un codiciado ingreso en un país que enfrenta una pobreza y un desempleo generalizados.

Ellos lo que quieren es prevalecer sus economías ilícitas”, dijo José Gustavo Arocha, ex teniente coronel del ejército venezolano.

Nicolás Maduro
Nicolás Maduro

¿Qué pasa si Maduro cae?

La posibilidad de que el presidente de Venezuela se vea obligado a abandonar el poder plantea numerosas interrogantes: ¿Las fuerzas armadas apoyarán a un nuevo líder interino? ¿Quién custodiará infraestructuras críticas como aeropuertos, campos petroleros y centrales eléctricas? ¿El ejército podría dividirse en diferentes facciones, compitiendo por el control de las lucrativas rutas del contrabando y las operaciones mineras ilegales?

Zair Mundaray, ex fiscal de alto rango de Venezuela, dijo que el país era diferente de naciones como Libia o Siria, que cayeron en una guerra civil o en un conflicto sectario cuando sus líderes autoritarios fueron desafiados. Esos países, argumentó, llevaban mucho tiempo marcados por importantes divisiones sectarias o étnicas.

Veo poco probable una guerra fratricida”, dijo.

Otros no están tan seguros, y mencionan las profundas divisiones ideológicas en la sociedad venezolana. Dicen que el país debería aprender una lección con lo que ocurrió en Irak después de que Estados Unidos invadiera y derrocara al dictador Sadam Husein. Creyendo que no se podía confiar en quienes anteriormente se habían alineado con el partido Baaz de Husein, el país llevó a cabo una “desbaazificación” de los altos rangos del ejército y el gobierno iraquíes.

Esa estrategia excluyó a miles de personas de cargos gubernamentales, convirtiendo a algunos oficiales bien entrenados en líderes de una insurgencia.

La posibilidad de que en Venezuela se produzca un resurgimiento de la guerra de guerrillas no es del todo descabellada. Grupos rebeldes de la vecina Colombia ya operan en partes de Venezuela, y se dice que civiles venezolanos entrenados por estos grupos ya se han puesto del lado de Maduro en momentos de crisis anteriores.

© The New York Times 2025