
Un astrónomo japonés captó un par de objetos chocando contra la superficie lunar en los últimos días.
La semana pasada, un puñado de telescopios captaron algo que se estrelló contra la Luna. Luego, durante el fin de semana, un segundo objeto perforó su superficie plateada.
Los dos incidentes fueron un recordatorio de que la Luna no es el sereno orbe que vemos con claridad en los cielos nocturnos unas cuantas noches al mes, sino más bien un ruidoso campo de batalla en el que se generan constantemente nuevos cráteres.
Los dos impactos lunares fueron captados por Daichi Fujii, curador del Museo de la Ciudad de Hiratsuka, Japón, quien mantiene sus telescopios apuntando a la superficie lunar. El jueves, a las 8:33 p. m. hora local, vio un breve estallido luminoso en la oscuridad. Luego, el sábado a las 8:49 p. m., "capté otro destello", dijo.
Si bien estos destellos se produjeron en los días anterior y posterior a Halloween, no se trata de nada espeluznante. Ambos fueron causados por asteroides que chocaron contra la superficie lunar.
Sin una atmósfera para frenarlas, estas dos rocas espaciales se estrellaron contra el suelo volcánico de la Luna a velocidades de hasta 96.000 kilómetros por hora, unas 30 veces más rápido que un avión de combate. Se desconoce el tamaño de los objetos, pero incluso un asteroide de unos pocos metros de longitud que viajara a esa velocidad desencadenaría una potente explosión equivalente a un modesto montón de dinamita, una efímera tormenta de fuego que puede verse a cientos de miles de kilómetros aquí, en la Tierra.
Estos impactos lunares son importantes para los astrónomos, quienes los utilizan para calcular la frecuencia con la que la Luna es golpeada por asteroides más pequeños. De este modo, pueden afinar sus estimaciones sobre el número de asteroides más grandes que existen, el tipo de asteroides capaces de atravesar la atmósfera de nuestro planeta con efectos potencialmente devastadores.
A Fujii, entusiasta de la astronomía, le fascina la naturaleza siempre cambiante del cielo nocturno. "Quiero que el público disfrute de la ciencia", dijo. Y una forma de hacerlo es mostrarles la frecuencia con que la Luna es impactada por misiles rocosos.
Fujii utiliza varios telescopios en dos lugares --Fuji e Hiratsuka-- para vigilar a la compañera de alabastro de la Tierra. Un software detecta automáticamente el movimiento y las explosiones en la superficie lunar.
Esta configuración ha funcionado a las mil maravillas: ha documentado unos 60 impactos lunares desde 2011. Sin embargo, ver dos impactos seguidos es menos habitual.
El primer destello, el jueves, surgió justo al este del cráter Gassendi, de 110 kilómetros de ancho. El segundo apareció al oeste del Oceanus Procellarum, también conocido como el "océano de las Tormentas", una colosal llanura de 2500 kilómetros de longitud llena de magma cristalizado.
A veces, los destellos en la Luna se producen por ilusiones: rayos cósmicos que aparecen como extrañas chispas en los telescopios. ¿Eran auténticos estos dos resplandores?
Cuando se le preguntó, la agencia espacial estadounidense no pudo hacer ningún comentario. "La NASA está actualmente cerrada debido a una pausa en la financiación gubernamental", respondió un vocero por correo electrónico. (Los observatorios de defensa planetaria financiados por la NASA siguen funcionando durante el cierre).
Los telescopios de la Agencia Espacial Europea no vieron los destellos, ya que el satélite era demasiado brillante para Europa en el momento en que se produjeron. Pero como varios telescopios de Japón captaron los mismos destellos desde distintos ángulos, es fácil calificarlos de impactos de asteroides.
"Esos destellos de impacto parecen reales", dijo Juan Luis Cano, ingeniero aeroespacial del Centro de Coordinación de Objetos Cercanos a la Tierra de la Agencia Espacial Europea. "Lo que me llamó la atención es que ambos parecen estar un poco por encima del promedio en cuanto al tamaño del destello", lo que sugiere que podrían haber sido impactos con más energía de lo habitual.
La procedencia de estos asteroides no se conoce con certeza. Pero Fujii sospecha que podrían proceder de la lluvia de meteoros de las Táuridas, que se desprende del cometa Encke. Se sabe que las Táuridas, que alcanzan su punto álgido este mes, presentan meteoros más grandes que el promedio que se mueven a velocidades especialmente altas. Por tanto, no sería sorprendente que algunos se estrellaran contra la Luna en lugar de arder en la atmósfera terrestre.
Fujii espera que su labor de vigilancia contribuya a mejorar la seguridad lunar. Tanto las agencias espaciales como las empresas privadas pretenden hacer de la Luna un lugar habitado, algo que no está exento de riesgos, entre ellos los posibles impactos de rocas espaciales.
"Comprender la frecuencia y la energía de los destellos de impacto puede servir para fundamentar el diseño y el funcionamiento de las bases lunares", dijo.
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