
Mientras el huracán cobraba fuerza y el pronóstico anticipaba que tocaría tierra la noche del martes, los medios de comunicación exhortaban a la población a abastecerse de agua y alimentos.
Aunque los cubanos han manifestado abiertamente sus frustraciones mientras el gobierno los exhortaba a abastecerse antes de la llegada del huracán Melissa, cientos de miles de personas han sido trasladadas fuera de las zonas de alto riesgo de la isla.
A diferencia de Jamaica, donde a pesar de las advertencias de las autoridades solo unas 6000 personas habían acudido a los 800 refugios del país el martes por la mañana, a esa hora 424.669 cubanos ya habían evacuado, según cifras estatales cubanas.
En Guantánamo, la provincia que se encuentra más al este de la isla, se han estado realizando evacuaciones desde el fin de semana. En las zonas bajas rurales y pobres, expuestas a inundaciones, como el Valle de Caujerí, Hatibonico y San Antonio del Sur, la población se había desplazado casi por completo.
Más de 13.450 personas fueron evacuadas de San Antonio del Sur el domingo, según cifras oficiales. Muchas fueron trasladadas en autobús a la ciudad de Guantánamo, a alrededor de 65 kilómetros, donde se esperaba que pasaran la noche en universidades convertidas en refugios.
"No hay nadie aquí. Ha sido despoblado totalmente", dijo Pablo Jiménez Correa, de 45 años, al describir San Antonio del Sur, su pueblo natal.
Sin embargo, el domingo, mientras sus vecinos eran evacuados en autobuses escolares amarillos, él dijo que pasaría la noche junto con su familia en un terreno más elevado, a kilómetro y medio del pueblo. Confiaba en que su casa de hormigón y su tejado de zinc resistirían la noche, incluso mientras el huracán de categoría 5 se intensificaba, con vientos de unos 290 kilómetros por hora. Su tanque de agua estaba lleno, dijo, así que al menos tendrían suficiente agua potable.
Sin embargo, le preocupaban los cortes de electricidad de los siguientes días. Estaba sin electricidad desde el lunes por la noche, aunque, dijo, estos días "no tenemos corriente casi nunca".
Cuba lleva años lidiando con una crisis económica cada vez más profunda. Con frecuencia, los cortes de electricidad han sumido a la isla en la oscuridad; los alimentos y las medicinas han empezado a escasear, y la grave escasez de combustible ha causado problemas como las elevadas tarifas de los taxis y la acumulación de basura en las calles. Desde 2019, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos ha impedido que los petroleros transporten petróleo a Cuba, lo que ha elevado los costos del combustible en la isla y contribuido a los cortes de corriente eléctrica.
Mientras el huracán Melissa cobraba fuerza y el pronóstico anticipaba que tocaría tierra en la isla durante la noche del martes, los medios de comunicación de Cuba, controlados por el Estado, exhortaban a la población a abastecerse de agua y alimentos. Pero los ciudadanos estallaron en críticas, señalando con enojo en las redes sociales que en el país empobrecido apenas había comida o combustible disponible para acumular.
El presidente Miguel Díaz-Canel hizo a un lado las críticas y dijo que la isla estaba centrado "sus esfuerzos en la preparación de las provincias orientales para enfrentar al peligroso huracán". Se estaban limpiando las calles para evitar atascos en los sistemas de drenaje, se estaban podando los árboles y las autoridades estaban evacuando a las comunidades vulnerables, afirmó.
En la provincia de Granma, las personas que vivían en alojamientos endebles se habían trasladado con amigos y otros familiares con casas más resistentes, mientras autobuses trasladaban a los que vivían cerca de los ríos a zonas más interiores.
"Hemos ido a los lugares donde vive la gente y llevándolos en guaguas", dijo el martes en una entrevista telefónica Iliana Mendez, de 58 años, coordinadora de evacuaciones de la Defensa Civil del país en la ciudad de Bayamo. Añadió que una escuela primaria cercana a su casa albergaba a alrededor de 60 personas que vivían en zonas remotas y contaba con un médico.
Dijo que ella y sus colegas estaban ayudando a la gente a llevar sus pertenencias a construcciones seguras para que no fueran destruidas durante el huracán o robadas. La mayoría de las evacuaciones en la isla, dice, son opcionales, pero para quien vive junto a ríos o en alojamientos endebles el traslado era obligatorio.
"Sí están en una zona de alto riesgo, hay que sacarlos", dijo.
Emiliano Rodríguez Mega colaboró con reportería desde Ciudad de México.
Emiliano Rodríguez Mega colaboró con reportería desde Ciudad de México.
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