
Cuando Sanae Takaichi se reúna con el presidente de EE. UU., se espera que haga hincapié en su conexión con Shinzo Abe, quien fue su mentor político y forjó un estrecho vínculo con Trump.
Sanae Takaichi, quien la semana pasada se convirtió en la primera mujer en dirigir Japón como primera ministra, nunca se ha reunido con el presidente Donald Trump. No juega al golf, el deporte favorito de Trump, ni se sabe que comparta su afición por las hamburguesas.
Pero cuando Takaichi se reúna con Trump en Tokio el martes, tendrá otra carta que jugar en su intento de ganarse su confianza en materia de comercio y seguridad. Se espera que haga hincapié en su conexión con Shinzo Abe, el primer ministro japonés asesinado en 2022, quien fue el mentor político de Takaichi y forjó un vínculo más estrecho con Trump que quizá cualquier otro líder mundial.
"Intentará cubrirse con el manto de Abe para convencer a Trump de que es su aliada en Asia y una socia firme con la que puede contar", dijo Mira Rapp-Hooper, socia del Asia Group, una empresa de asesoramiento estratégico.
Es probable que Takaichi intente persuadir a Trump, quien llegó a Tokio el lunes, para que reinvierta en la alianza de seguridad que Japón mantiene con su país desde hace décadas y redoble sus esfuerzos para contrarrestar la creciente influencia de China en la región. Podría tratar de reforzar la supervisión japonesa de un fondo de 550.000 millones de dólares que Japón ha acordado invertir en Estados Unidos.
Es probable que Trump intente preservar su poder para decidir cómo se gasta ese dinero. También es probable que presione a Takaichi para que acelere el gasto en defensa, a pesar de que Japón ya ha anunciado planes para duplicar con creces su presupuesto militar.
Algunos funcionarios y analistas consideran que Takaichi, una conservadora acérrima, es la mejor opción de Japón para crear química con Trump y alejar sus instintos castigadores.
Takaichi, a quien Abe apoyó durante su infructuosa candidatura al liderazgo en 2021, tiene una "oportunidad de oro" para recomponer la relación con Estados Unidos, dijo Shinsuke J. Sugiyama, quien fue embajador de Japón en Washington durante el primer mandato de Trump.
"Ha estudiado cómo el primer ministro Abe trató al presidente Trump", dijo Sugiyama. "Ha aprendido mucho de él. Y si ella y el presidente Trump pueden empezar a hablar de lo genial que era Shinzo Abe, creo que no podrán discrepar en nada".
Cuando Trump visitó Japón, Abe se esforzó en la pompa y circunstancia: lo llevó a un torneo de lucha de sumo y le concedió el honor de ser el primer dirigente internacional en reunirse con el emperador recién ascendido al trono.
La primera parada de Trump es el Palacio Imperial de Tokio, donde está previsto que se reúna de nuevo con el emperador, Naruhito. El martes, almorzará con Takaichi en el Palacio de Akasaka, una casa de huéspedes del Estado. También presidirá una concentración de soldados estadounidenses en una base naval cercana a Tokio. (Japón acoge a más de 50.000 soldados estadounidenses).
Al igual que Abe, Takaichi ha hablado de la necesidad de desplegar el ejército japonés tras décadas de pacifismo de posguerra. Parece ansiosa por demostrar su compromiso a Trump, quien ha presionado a los aliados de Estados Unidos para que aumenten su gasto militar: el viernes, Takaichi anunció que Japón gastaría alrededor del 2 por ciento del producto interno bruto en defensa para la próxima primavera, dos años antes de lo previsto.
El alejamiento de Trump de sus aliados tradicionales en Europa y Asia ha puesto nerviosos a los funcionarios japoneses, sobre todo porque el país ve cómo aumentan las amenazas a su seguridad procedentes de China, Corea del Norte y Rusia.
Cuando se reúna con Trump, se espera que Takaichi plantee su preocupación por la actual militarización del mar de China Meridional por parte de China. Ha sido una firme defensora de Taiwán, que China considera parte de su territorio. En primavera, visitó la isla, se reunió con su presidente, Lai Ching-te, y pidió que se reforzaran los lazos en materia de seguridad.
Como muestra de los retos a los que se enfrentan China y Japón, Xi no felicitó públicamente a Takaichi tras su elección como primera ministra.
Jeffrey W. Hornung, experto en Japón del grupo de investigación RAND de Washington, dijo que es probable que Takaichi busque confirmación de que Trump sigue comprometido con la seguridad de Taiwán.
"Los funcionarios japoneses quieren saber cuál es la estrategia estadounidense en el Indopacífico", dijo Hornung.
Se espera que el acuerdo comercial sea una prioridad durante la visita de Trump. En julio, Japón recibió un arancel general sobre sus exportaciones inferior al 15 por ciento con el que había sido amenazado a cambio de su compromiso de inyectar 550.000 millones de dólares en la economía estadounidense. Ambas partes estudian la forma en que Japón empleará ese dinero en inversiones, préstamos y garantías de préstamos.
Más allá del comercio, Takaichi busca establecer un vínculo duradero con Trump al estilo de Abe, dijeron los analistas. A algunos expertos les preocupa que Japón pueda quedar vulnerable si Trump resuelve una disputa comercial con el líder chino, Xi Jinping; ambos tienen previsto reunirse a finales de esta semana en Corea del Sur.
"Su mayor inquietud podría ser la posibilidad de que una reunión entre Trump y Xi salga demasiado bien", dijo Rapp-Hooper, exfuncionario del gobierno de Joe Biden. "Entonces Japón se enfrentará al enigma de cómo gestionará a China en un mundo en el que las relaciones entre Estados Unidos y China parecen estar mejorando de una forma sin precedentes".
Kiuko Notoya e Hisako Ueno colaboraron con reportería
Javier C. Hernández es el jefe de la corresponsalía de Tokio del Times, desde donde dirige la cobertura informativa sobre Japón. Ha informado desde Asia durante gran parte de la última década y anteriormente fue corresponsal para China en Pekín.
Kiuko Notoya e Hisako Ueno colaboraron con reportería
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