
Entra en Wild Rumpus Books en Minápolis y es posible que no veas al gato atigrado que duerme en el escaparate, con el lomo apoyado en el rincón más soleado del alféizar.
Adéntrate en el acogedor laberinto de libros ilustrados y novelas, y empezarás a detectar un tema, si no un ligero aroma a alpiste. Ese felino perezoso conocido como Booker T. Jones resulta ser una de las muchas bestias que habitan el local.
Dave es una cacatúa de 27 años que parece haberse aplicado demasiado rubor coral. Mo, una tórtola turca de 26 años, descansa plácidamente en una jaula sobre la estantería de rebajas. También están Newbery y Caldecott, un par de chinchillas dóciles; Stinky Cheese Man, que, como todos los geckos crestados, se lame los ojos; y Eartha Kitt, una gata manx de color negro azabache que se apartó con mucha amabilidad de la mano de un visitante mientras estaba acurrucada, como un bollo de canela, en un bote de basura.
Y, por último, hay diez peces en una pecera en el baño, todos ellos bautizados con nombres de ilustradores de libros infantiles, como Mac Barnett y Shawn Harris. Lo mismo pasará con sus sucesores, según la tradición de la librería.
Una colección de animales como esta ha sido el sello distintivo de Wild Rumpus desde que la tienda abrió sus puertas en 1992. Cuando el propietario original vendió el negocio a cuatro empleados en 2024, los animales formaban parte del acuerdo.
"Son el atractivo principal", afirmó Anna Hersh, copropietaria y coordinadora del cuidado de los animales, que visitaba a la bandilla a diario durante el confinamiento por la pandemia. "Recibimos a un montón de lectores, pero la gente realmente viene a ver a los animales".
Los perros dóciles y los gatos esquivos son desde hace tiempo un elemento habitual en las librerías independientes, tan omnipresentes como los marcapáginas gratuitos. En su mayoría, actúan como mascotas silenciosas, fiables y leales, que se dejan acariciar la cabeza o rascar las orejas mientras los humanos se ocupan de sus asuntos.
Ahora, gracias a las redes sociales, muchas tiendas se han dado a conocer con la ayuda de estas pequeñas criaturas, entre las que se encuentran algunas estrellas inesperadas (¿alguien se anima con un dragón barbudo?). La combinación tiene sentido: tanto los libros como los animales proporcionan alegría, compañía y una ventana a otros mundos. Es cierto que los primeros ensucian mucho menos.
En Bear Pond Books, en Montpelier, Vermont, una tortuga rusa del desierto llamada Veruca Salt domina la sala infantil desde su acuario de más de un metro de altura situado en la segunda planta. Claire Benedict y su marido heredaron la tortuga, que en un principio creían que era hembra, de un bibliotecario escolar. La tienda celebra cada año una fiesta de cumpleaños para Veruca, que tiene unos 35 años, con juegos, pastel y cuentos. "La liebre y la tortuga" es uno de los favoritos.
Como muchas criaturas tímidas, Veruca encontró su "voz" en Instagram, donde tiene más de 2000 seguidores. Es difícil decir si los animales influyen en las ventas, pero sin duda atraen a los clientes: "Hay gente que entra diciendo, 'Creo que aquí hay una tortuga a la que sigo'", contó Benedict.
En Scattered Books, en Chappaqua, Nueva York, tres conejos domesticados --Moo, Chuck y Chip-- campan a sus anchas cuando no están devorando lechugas del mercado de agricultores en su mansión de tres pisos con vistas al aire libre.
Los conejos tienen su propia canasta de libros masticados, pero eso no les impide hincar los dientes de vez en cuando en una novela de misterio o de amor.
"No tenemos libros en los estantes inferiores", explicó Laura Schaefer, que abrió Scattered Books en 2017. "Los conejos aportan un ambiente cómico muy agradable. No hacen ningún ruido, pero se comunican entre ellos".
En 2018, Moo se subió a la pierna del expresidente Bill Clinton mientras la CBS lo entrevistaba sobre su colaboración con James Patterson en "The President is Missing".
Y al final de una hora dedicada a los conejos, Schaefer dijo: "Un niño autista que no hablaba me dio un golpecito en la pierna y me hizo el signo de 'gracias'".
Schaefer toma las decisiones de contratación teniendo en cuenta a Moo, Chuck y Chip: "La gente entra y dice, 'Me encanta leer'. Yo les respondo, '¿Qué tal eres con los conejos?'".
Por supuesto, no todo son fiestas de té con temática de conejos y etiquetas ingeniosas (#traeapio). Recientemente, Scattered Books se despidió de su primer conejo, Acorn, que tenía 14 años. "Es muy difícil dar la noticia de la muerte de un conejito a la comunidad", dijo Schaefer. "El personal lloraba, los niños lloraban y dejaban notas".
En Literary Cat Co., en Pittsburg, Kansas, los lectores tienen la oportunidad de adoptar una mascota mientras compran. La tienda colabora con una organización de rescate local y acoge a unos siete gatos a la vez, además de tres "empleados" felinos permanentes: Hank, el director regional; Scarlett Toe'Hara, la subdirectora regional (es polidáctila); y Mike Meowski, el asistente del subdirector regional.
Jennifer Mowdy, la propietaria de la tienda, describió el papel, la personalidad y la historia de cada gato con el aire de una matriarca que enumera los éxitos de sus nietos. Al hablar de la enfermedad respiratoria que le costó un ojo a Mike Meowski, se mostró estoica. Él era una cría y ella estaba allí para él. Juntos lo superaron.
Mowdy creó un rincón acristalado para los clientes alérgicos --y para evitar que los animales se escaparan-- y una "sala de conferencias para gatos" (accesible a través de una puerta para gatos) para las cajas de arena. Gracias a una limpieza regular, cuatro purificadores de aire y la pulverización diaria de ambientador, Mrs. Meyers Room Spray, dijo que el olor de la tienda es neutro o agradable.
En el último año y medio, Literary Cat Co. ha facilitado 50 adopciones. "Solo hemos tenido un gato que no funcionó", dijo Mowdy. "Era demasiado peleonera".
Los gatitos suelen ser más traviesos; Mowdy prefiere animales maduros del tipo "no me llames, yo te llamaré". Los felinos pueden trepar por las estanterías e interactuar con los lectores a su antojo, pues es su forma de ser.
"Practican cómo ser un buen gato doméstico", explicó Mowdy. "Se socializan". De vez en cuando, el gato adecuado encuentra el regazo del lector adecuado. El resto es destino (la organización de rescate se encarga de la logística; Literary Cat Co. simplemente introduce a las partes).
Amantes de los perros, no teman. Hay muchas librerías que atienden al público canino, como Parnassus Books en Nashville, Tennessee, donde los empleados pueden traer a sus mejores amigos al trabajo. La lista actual incluye a Miller, un bulldog francés; Barnabus, un spaniel Cavalier King Charles; Winnie, una pequeña mezcla de sabueso; y Nemo, que es mitad bichón y mitad caniche, según la novelista Ann Patchett, propietaria de la tienda.
Las reglas para los perros de la tienda son sencillas: "No ladrar. No morder. Tienen que gustarles los niños y ser pacientes, y no pueden salir corriendo por la puerta principal".
Patchett recuerda a Eleanor Roosevelt, una vivaz beagle que salió corriendo de Parnassus, cruzó cinco carriles y entró en un estacionamiento antes de que un empleado la acorralara.
"Después de eso, Eleanor trabajó a distancia", relató Patchett.
Mientras que los gatos, los pájaros, los conejos y los lagartos pueden quedarse solos por la noche, los perros generalmente no, lo que los hace un poco más complicados como mascotas de librería. Pero pueden ser excelentes oyentes; como señala Patchett, los lectores principiantes se sienten cómodos poniendo a prueba sus habilidades con un perro.
A Anna Hersh le gusta llevar a su lhasa apso, Penny, a Wild Rumpus, pero le tiene reparo en comprometerse con un perro oficial de la tienda.
Por ahora, Hersh está contenta con la proporción de libros y animales en su tienda, y con los visitantes que disfrutan de ambos. Booker T. Jones es un gato especialmente bueno para practicar la "delicadeza", dijo, aunque Wild Rumpus tiene una norma que les prohíbe a los clientes tomar a las mascotas en brazos.
Dado que es imposible predecir el comportamiento de los niños y los animales, Hersh añadió: "Por supuesto, tenemos vendas adhesivas"
Los hermanos chinchillas Newbery y Caldecott en Wild Rumpus Books, en Minneapolis, el 8 de julio de 2025. (Eric Ruby/The New York Times)
Un niño acaricia a Eartha Kitt, una gata manx de color negro azabache, en Wild Rumpus Books, en Minneapolis, el 8 de julio de 2025. (Eric Ruby/The New York Times)