
Las autoridades mexicanas han estado negociando durante meses con la esperanza de alcanzar un acuerdo comercial con Washington que no devastara la economía del país, impulsada por las exportaciones, pero el presidente Donald Trump volcó esas conversaciones el sábado, cuando amenazó con imponer un arancel del 30 por ciento a las importaciones mexicanas, lo que podría desencadenar una guerra comercial con uno de los mayores socios comerciales de Estados Unidos.
En una carta dirigida a la presidenta de México, Claudia Sheinbaum, Trump dijo que México no estaba haciendo lo suficiente para frenar el flujo de fentanilo hacia Estados Unidos y citó ese motivo para imponer los aranceles. Trump añadió que las empresas mexicanas podían fabricar sus productos en Estados Unidos para evitar los aranceles.
Los aranceles entrarán en vigor el 1 de agosto y son similares a los gravámenes que Estados Unidos está imponiendo a las importaciones procedentes de Canadá y la Unión Europea, sobre la cual Trump dijo por separado el sábado que también se enfrentaría a aranceles del 30 por ciento. Los aranceles se imponen a pesar de que, durante su primer mandato, Trump negoció un acuerdo comercial con México y Canadá destinado a estabilizar las relaciones económicas entre Estados Unidos y sus vecinos.
Trump también advirtió a México de que no tomara represalias con sus propios aranceles más elevados. Dijo que cualquier arancel adicional que México pudiera imponer se añadiría a la tasa del 30 por ciento que él había anunciado.
El presidente añadió que las drogas no eran el único tema que le preocupaba a Estados Unidos y señaló otras políticas mexicanas que contribuían a un déficit comercial “insostenible”.

“¡El Déficit Comercial es una gran amenaza para nuestra Economía y, de hecho, para nuestra Seguridad Nacional!”, escribió Trump en la carta.
Trump lleva meses oscilando en su postura sobre los aranceles a México.
En marzo anunció planes para imponer un arancel del 25 por ciento a las importaciones mexicanas. Los funcionarios mexicanos advirtieron que el impuesto a las importaciones provocaría escasez de alimentos en Estados Unidos y lo calificaron de “error estratégico”.
Más tarde, eximió las mercancías que comercian en el marco del Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, el pacto comercial que Trump negoció en su primer mandato. Actualmente, debido a esa exención sobre el T-MEC, alrededor del 87 por ciento de las exportaciones mexicanas a Estados Unidos comercian libres de aranceles, según datos del gobierno mexicano.
Sigue sin estar claro si los aranceles que Trump amenaza ahora con imponer a México pueden seguir incluyendo exenciones para esos bienes. La Casa Blanca dijo que no se había tomado ninguna decisión definitiva.
Las fábricas de automóviles estadounidenses también dependen de México para obtener piezas, y los economistas dijeron en marzo que los sectores automovilístico y de equipos eléctricos de México serían los más expuestos a las perturbaciones si se promulgaran aranceles.
El secretario de Economía de México, Marcelo Ebrard, quien encabeza una delegación mexicana en Washington para tratar temas de seguridad fronteriza, migración y comercio, dijo que los funcionarios estadounidenses les habían comunicado a sus homólogos mexicanos que, “como parte del cambio profundo en la política comercial de Estados Unidos”, el gobierno de Trump iba a enviar cartas a todos los líderes mundiales anunciando nuevos aranceles.
“Mencionamos en la mesa que era un trato injusto y que no estábamos de acuerdo”, dijo Ebrard en un comunicado publicado en las redes sociales el sábado.
Las autoridades mexicanas dijeron que trabajarían para garantizar que, antes de que los nuevos aranceles entren en vigor el 1 de agosto, “tengamos una alternativa que permita proteger empresas y empleos en ambos lados de la frontera”.
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