Las lluvias excepcionales que desde finales de octubre castigan el centro y sur de Vietnam han desencadenado una cadena de desastres que el país aún no consigue contener. Inundaciones repentinas, deslizamientos de tierra y ríos desbordados han dejado al menos 41 muertos y nueve desaparecidos, según confirmó este jueves el Ministerio de Medio Ambiente.
Las autoridades trabajan contrarreloj para evacuar a miles de personas atrapadas y recuperar cuerpos en zonas donde el agua sigue subiendo.
El volumen de precipitaciones registrado en las últimas semanas supera con creces la media histórica en esta época del año. Provincias como Gia Lai, Dak Lak y Khanh Hoa —habitualmente expuestas a tormentas tropicales— se han convertido en epicentros de la emergencia.
Más de 52.000 viviendas están bajo el agua y al menos 62.000 personas han sido evacuadas desde el domingo, una operación masiva que moviliza a bomberos, fuerzas militares y voluntarios locales.
En ciudades costeras como Nha Trang, uno de los destinos turísticos más populares del país, las imágenes muestran barrios enteros sumergidos, autos flotando en calles convertidas en canales y hoteles improvisados como refugios temporales. El turismo, motor económico del litoral vietnamita, se ha paralizado.
“No creo que tengamos turistas ahora. Todos se fueron antes del fin de semana y cancelaron sus reservas”, lamentó Vu Huu Son, propietario de un hotel en la ciudad de Da Lat, donde varias zonas han recibido hasta 600 milímetros de lluvia desde el fin de semana.
Da Lat, conocida por su clima templado y paisajes montañosos, quedó prácticamente aislada después de que la mayoría de sus carreteras fueran bloqueadas por deslizamientos de tierra. Solo un acceso permanece operativo, lo que complica la entrega de ayuda y la salida de residentes atrapados en zonas en altura.
En el pintoresco paso Khanh Le, un bus fue sepultado por un alud la noche del domingo: cinco personas murieron y 18 resultaron heridas, según la autoridad provincial de manejo de desastres.
El patrón pluviométrico refleja un fenómeno que los científicos llevan años advirtiendo. Aunque Vietnam es propenso a lluvias intensas entre junio y septiembre, los meteorólogos han registrado un incremento en la frecuencia y severidad de tormentas tardías, vinculadas al calentamiento global y a la alteración de los patrones monzónicos.
Estudios del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) indican que el sudeste asiático se encuentra entre las regiones más vulnerables al aumento de precipitaciones extremas.
Los efectos acumulados de estos episodios son devastadores. Entre enero y octubre, los desastres naturales en Vietnam han provocado 279 muertos o desaparecidos y daños superiores a los 2.000 millones de dólares, según la Oficina Nacional de Estadística.
La combinación de lluvias torrenciales, cuencas saturadas y deforestación en áreas montañosas ha incrementado la erosión y el riesgo de aludes en zonas donde antes no eran habituales.
El Gobierno vietnamita ha desplegado equipos de rescate por vía aérea y fluvial, especialmente en provincias rurales donde los accesos se encuentran cortados. En Gia Lai y Dak Lak, embarcaciones militares recorren aldeas inundadas para trasladar a familias que aguardaban en tejados o pisos superiores.
Las autoridades han habilitado escuelas, centros comunitarios y templos como albergues temporales ante la imposibilidad de regresar a los hogares.
A la emergencia humana se suman las pérdidas agrícolas, especialmente graves en una región que depende del cultivo de café, arroz y caucho. Campos enteros están anegados y el Gobierno anticipa una caída en la producción de café robusta, en la que Vietnam es líder mundial.
Los economistas advierten que el impacto podría extenderse a la cadena global de suministro, todavía afectada por los efectos de El Niño en otras zonas agrícolas.

Las interrupciones en las carreteras nacionales —incluidas rutas clave que conectan el centro montañoso con los puertos— complican el transporte de mercancías y el abastecimiento de alimentos. En varias localidades, los residentes informaron de cortes prolongados de electricidad y agua potable.
Las autoridades locales han pedido refuerzos al Gobierno central para reparar diques debilitados y evitar nuevas rupturas ante pronósticos de lluvias continuas.
El primer ministro Pham Minh Chinh ha ordenado priorizar las operaciones de rescate y acelerar la entrega de ayuda humanitaria. También instó a las autoridades provinciales a revisar los planes de urbanización en zonas vulnerables, un reclamo recurrente tras cada temporada de monzones.
Mientras el país procesa el impacto inmediato, los climatólogos recuerdan que los episodios extremos podrían intensificarse en los próximos años si no se refuerzan las infraestructuras de mitigación y se revisan los planes territoriales.
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