
Un equipo de arqueólogos ha revelado el descubrimiento de una fortaleza militar egipcia erigida hace 3.500 años en el desierto del Sinaí, señalando un nuevo capítulo en la comprensión sobre la vida y el poderío militar del antiguo Egipto. Esta fortaleza, ubicada en el yacimiento de Tell el-Kharouba, se remonta probablemente al reinado de Tutmosis I, el tercer rey de la XVIII Dinastía, y constituye uno de los hallazgos arqueológicos más relevantes en la región en años recientes.
Descubrimiento de la fortaleza egipcia en el Sinaí
Las excavaciones que condujeron al hallazgo de la fortaleza se desarrollaron bajo la dirección del Ministerio de Turismo y Antigüedades de Egipto, enfocándose en un sitio clave en la zona norte del desierto del Sinaí. El área elegida, Tell el-Kharouba, figura en los registros históricos como punto estratégico durante el Imperio Nuevo egipcio. A través de estas excavaciones recientes, los investigadores han expuesto los vestigios de una estructura de dimensiones notables, conformada por gruesos muros curvados y torres defensivas, elementos distintivos que evidencian la importancia militar del enclave.
El alcance del descubrimiento ha dado pie a nuevas interpretaciones sobre la organización y presencia egipcia en sus fronteras orientales, revelando que esta fortaleza pudo albergar a cientos de soldados en tiempos de máximo esplendor. Hesham Hussein, subsecretario de Arqueología del Bajo Egipto y Sinaí, detalla: “Teniendo en cuenta almacenes, patios y otras instalaciones, estimamos que la guarnición probablemente estaba formada por entre 400 y 700 soldados, con un promedio razonable de alrededor de 500 soldados”.
Características arquitectónicas y defensivas de la fortaleza
La estructura de la fortaleza resalta por su diseño defensivo y su robustez arquitectónica. Con una extensión aproximada de una hectárea, el recinto destaca por contar con una muralla sur que se extiende casi 107 metros y presenta un grosor de 2,4 metros, dimensiones que dan cuenta del grado de protección buscado por sus constructores. Las labores arqueológicas han identificado once torres defensivas, además de una muralla en zigzag en el lado oeste que alcanza los 76 metros de longitud.
El patrón en zigzag de la muralla no fue un asunto menor. Según Hussein, este diseño “contribuyó a reforzar la estabilidad de la muralla y a reducir el impacto de la erosión eólica y arenosa”, una adaptación clave para resistir el clima extremo del desierto. Esta configuración habría dificultado el avance de atacantes y prolongado la vida útil de la fortificación.
Uno de los elementos más destacados hallados es la división interna de la fortaleza, donde la muralla separa claramente la zona defensiva del sector residencial. Esta distribución evidencia un grado de planificación que apunta tanto a la eficiencia militar como al bienestar de quienes habitaban el lugar durante largas temporadas.
Vida cotidiana en la fortaleza y hallazgos arqueológicos

Los vestigios materiales recuperados durante las excavaciones arrojan luz sobre la vida diaria en el interior de la fortaleza. Entre los objetos más relevantes figuran antiguos hornos localizados en las inmediaciones de la zona residencial, los cuales probablemente sirvieron para las actividades domésticas de los soldados. Hussein detalla: “En las afueras de la zona residencial, los investigadores encontraron pequeños hornos probablemente utilizados para las actividades domésticas diarias dentro de la fortaleza”. En las proximidades de estos hornos, los arqueólogos descubrieron masa fosilizada, evidencia material de los hábitos alimentarios.
Asimismo, se detectaron fragmentos de cerámica y una significativa pieza: un asa con el nombre grabado de Tutmosis I. Este hallazgo refuerza la identificación cronológica del lugar y vincula la construcción de la fortaleza con este faraón. Entre los materiales hallados también destacan rocas volcánicas, posiblemente importadas de islas griegas, lo que sugiere intercambios o contactos con otras culturas, y una entrada sur que parece haber sido modificada varias veces a lo largo de su historia.
De acuerdo a Hussein, la organización interna del lugar “con almacenes, patios y otras instalaciones” apoyó la valoración numérica de los soldados e indica una estructura social y militar bien definida, “con un promedio razonable de alrededor de 500 soldados”.
Contexto histórico y funcionalidad militar

La ubicación de la fortaleza respondía a necesidades estratégicas del Imperio Nuevo egipcio. Su emplazamiento a lo largo de una antigua carretera militar, que conectaba Egipto con Canaán, permitió a los faraones controlar la costa oriental del Mediterráneo y afianzar su dominio en la región. James Hoffmeier, arqueólogo de la Universidad Internacional Trinity, aporta: si el fuerte fue construido en tiempos de Tutmosis I, respalda la “visión sostenida durante mucho tiempo” de que este gobernante era “el padre del imperio de Egipto en Asia occidental, y que probablemente fue un jugador clave en el comienzo de este sistema de defensa al que los reyes sucesivos añadieron más fuertes”.
Fortalezas como la de Tell el-Kharouba formaban parte de un sistema defensivo complejo, necesario para proteger las fronteras y proyectar el poder egipcio sobre zonas clave. Estos recintos reflejan tanto la sofisticación militar egipcia como la importancia que se dio a la conservación del territorio y la seguridad de sus rutas comerciales y militares.
Perspectivas futuras en la investigación del sitio
A pesar de la magnitud del hallazgo, una parte considerable de la fortaleza permanece bajo tierra y pendiente de exploración. Richard Whiddington, de Artnet, señala que los investigadores planean continuar las excavaciones para desenterrar el resto del sitio y así reunir más datos sobre la historia, construcción y vida cotidiana en la fortaleza. Hussein y su equipo esperan que nuevas investigaciones aporten información esencial sobre las técnicas constructivas, la organización diaria y las relaciones militares y diplomáticas del antiguo Egipto en el Sinaí.