
En el corazón del Mediterráneo, a escasa distancia de la costa de Alicante, en España, se sitúa una isla diminuta cuyo rasgo más llamativo no es solo su entorno natural: en Nueva Tabarca, los gatos superan en número a los habitantes humanos. Según un estudio de 2023, realizado por la National Library of Medicine (NIH), residen de manera permanente unas cincuenta personas, mientras que la población felina está cerca de duplicar esa cifra, convirtiendo a este territorio en un caso único dentro de la región.
Este equilibrio inusual entre humanos y gatos ofrece una imagen idílica y curiosa, reforzada por un ambiente apacible y una naturaleza protegida. Nueva Tabarca ha despertado la atención de turistas y de quienes buscan rincones insólitos donde el tiempo parece transcurrir de manera diferente.

Origen y trazado histórico de una comunidad resiliente
La historia de Nueva Tabarca está marcada por la migración y la adaptación, elementos que han forjado el carácter de sus habitantes desde el siglo XVIII. De acuerdo con CNN Travel, el origen de la comunidad tabarquina comienza cuando un grupo de genoveses, liberados de la esclavitud en la antigua Tabarka (Túnez), llegó a la isla desierta que por entonces se conocía como Illa Plana. La Corona española les concedió la oportunidad de reiniciar sus vidas, y el emplazamiento fue diseñado siguiendo los principios ilustrados vigentes: calles anchas, rectas, una plaza central y un perímetro fortificado para defenderse de incursiones piratas.
Hoy en día, este trazado urbano se conserva prácticamente intacto, otorgándole a Nueva Tabarca una fisonomía única en el Mediterráneo español. Los lazos con otras comunidades tabarquinas en lugares como Cerdeña o Italia continúan vigentes; en 2024, representantes de estas zonas se reunieron en Génova para reforzar sus vínculos históricos, de acuerdo con el estudio del NIH.
El pequeño tamaño de la isla, que apenas alcanza 1.800 metros de longitud y 400 metros en su punto más ancho, no ha impedido que mantenga un notable patrimonio cultural y natural. Oficialmente, parte del municipio de Alicante, Nueva Tabarca resulta accesible gracias a los ferris que conectan varias veces al día desde el puerto de Santa Pola, manteniendo así la esencia de un lugar aislado pero nunca desconectado.

Entre gatos, turistas y residentes: una vida cotidiana singular
La vida diaria en Nueva Tabarca oscila entre el silencio invernal y el bullicio veraniego. Durante los meses fríos, las calles permanecen casi vacías y los gatos, que duplican a los humanos, circulan por plazas y callejones bañados por el sol. Sin embargo, la escena se transforma en verano, cuando la isla llega a acoger hasta 10.000 visitantes en un solo día.
María del Mar Valera, presidenta de la Asociación Provincial de Empresarios de Hostelería de Alicante (APEHA), explicó a CNN Travel que “los turistas internacionales representan hasta el 80% o 90% de las llegadas”. La mayoría visita por unas horas y disfruta de las aguas cristalinas y la atmósfera tranquila, atendidos por una veintena de pequeños negocios locales.
Sin embargo, este modelo turístico es estacional, y la escasez de servicios en invierno plantea retos importantes para los residentes. Muchos son personas mayores que enfrentan dificultades para acceder a servicios esenciales. La disminución drástica en la frecuencia de los ferris entre noviembre y marzo agrava la situación. Carmen Martí, presidenta de la asociación de vecinos de Tabarca, declaró a CNN Travel: “Es muy difícil llevar una vida normal cuando apenas se puede llegar al continente y regresar el mismo día“.
Esta realidad provocó el abandono de la isla por parte de algunos residentes, que buscan mejor acceso tanto a la atención médica como a otros servicios básicos. Las asociaciones locales reclaman mejoras en el transporte público e implantar un sistema de billetes electrónicos, con el objetivo de gestionar de manera más eficaz la llegada de turistas y planificar mejor la infraestructura necesaria.

Preservación de un entorno único y mirada al futuro
Las autoridades municipales de Alicante han intensificado sus esfuerzos para proteger el patrimonio arquitectónico y natural de Nueva Tabarca. En mayo de 2025, el ayuntamiento aprobó una legislación para salvaguardar el valioso legado. “Estamos trabajando para preservar bastantes elementos arquitectónicos valiosos que existen en la isla”, explicó José Manuel Pérez, responsable del patrimonio municipal, a CNN Travel.
Además del centro histórico y su singular trazado, los planes se extienden al fuerte, una torre fortificada que albergó hasta hace poco una guarnición militar y que, junto al faro y el pequeño cementerio, constituye uno de los elementos más representativos del enclave. Se estudian nuevos usos para estos espacios, integrando la preservación con propuestas de futuro.
El patrimonio natural también es un pilar fundamental: dos tercios de la superficie de Nueva Tabarca siguen siendo vírgenes, protegidos como reserva marina desde 1986. Este estatus refuerza su atractivo para quienes valoran un entorno silvestre y auténtico, donde el ritmo pausado y el respeto por el medio ambiente rigen la vida cotidiana.
Mientras los bloques de apartamentos de Alicante dominan el horizonte continental, Nueva Tabarca se mantiene como un refugio singular en el Mediterráneo. Este espacio funciona a otra velocidad, donde la convivencia entre personas y gatos define la atmósfera diaria. El fenómeno de la superpoblación felina resume la esencia de la isla: resiliencia, singularidad y hospitalidad a partes iguales.