
El anuncio de 47 acuerdos de inversión entre Siria y Arabia Saudita, valorados en más de 6.000 millones de dólares, ha marcado un hito en la reconstrucción de la economía siria tras años de devastación.
El ministro de Información sirio, Hamza al-Mustafa, subrayó la magnitud de este paso al afirmar: “Se espera que los acuerdos creen alrededor de 50.000 oportunidades de empleo directo y 150.000 indirectos”, según declaraciones recogidas por Associated Press. Esta cifra, que representa una inyección de esperanza para una población golpeada por la guerra, sitúa a ambos países en el centro de una nueva etapa de cooperación regional.
El anuncio se realizó en Damasco, durante el Foro de Inversión Sirio-Saudí, donde delegaciones de ambos países formalizaron los acuerdos que abarcan sectores tan diversos como el inmobiliario, las telecomunicaciones y las finanzas. Los proyectos previstos incluyen la construcción de viviendas, la reconstrucción de zonas devastadas, el desarrollo de centros turísticos, médicos y de entretenimiento, la edificación de rascacielos y la puesta en marcha de tres nuevas fábricas de cemento.
De acuerdo con la publicación de Associated Press, estos sectores han sido identificados como prioritarios para la recuperación económica y social de Siria, un país que enfrenta desafíos de enorme envergadura tras más de una década de conflicto.
La magnitud de la tarea por delante queda reflejada en las estimaciones de organismos internacionales. En 2017, las Naciones Unidas calcularon que la reconstrucción de Siria requeriría al menos 250.000 millones de dólares.

Sin embargo, expertos citados por Associated Press advierten que la cifra real podría superar los 400.000 millones de dólares, dada la extensión de los daños y la complejidad de la situación actual. Esta brecha entre las inversiones anunciadas y las necesidades totales subraya tanto la importancia del acuerdo como la dimensión del reto.
El respaldo de Arabia Saudita al gobierno interino sirio ha sido decisivo en este proceso. Tras la caída del ex presidente Bashar Assad en una ofensiva rebelde relámpago, el país árabe ha apoyado firmemente al ejecutivo liderado por el ex comandante insurgente Presidente Ahmad al-Sharaa. Este apoyo, que se traduce ahora en inversiones concretas, tiene también un fuerte componente político.
Según detalló el medio estadounidense, los acuerdos saudíes suponen un impulso para el gobierno interino en un momento de especial fragilidad, marcado por una nueva ola de violencia sectaria.
La provincia sureña de Sweida se ha convertido en el epicentro de esta inestabilidad.
El 13 de julio, estallaron enfrentamientos entre clanes beduinos musulmanes sunitas y grupos armados de la minoría religiosa drusa. Las fuerzas de seguridad gubernamentales, llamadas a restablecer el orden, terminaron alineándose con los beduinos, lo que agravó la tensión.
Testimonios recogidos por Associated Press relatan que miembros de las fuerzas de seguridad presuntamente asesinaron a civiles drusos y saquearon e incendiaron viviendas. Como respuesta, grupos armados drusos lanzaron ataques de venganza contra comunidades beduinas, alimentando un ciclo de violencia que ha dejado profundas heridas en el tejido social.
La dimensión internacional del conflicto se hizo patente con la intervención de Israel, que lanzó ataques contra convoyes de fuerzas gubernamentales y la sede del Ministerio de Defensa sirio en Damasco.
Según funcionarios israelíes citados por Associated Press, estos ataques se realizaron “en defensa de la minoría religiosa drusa”, una justificación que añade una capa de complejidad a la ya intrincada situación en el sur de Siria. La participación de actores externos ha contribuido a la escalada de la violencia y ha dificultado los esfuerzos de reconciliación interna.
El saldo humano de estos enfrentamientos es devastador. Cientos de personas han muerto y la ONU afirma que más de 130.000 han sido desplazadas. Aunque los combates han cesado tras la entrada en vigor de un alto el fuego, la tensión persiste y la confianza de las minorías religiosas en el nuevo gobierno se ha visto gravemente erosionada.
“La violencia ha debilitado aún más la confianza de las minorías religiosas en el nuevo gobierno”, reconoció un funcionario sirio.