
La caída desde lo alto de la catedral de Milán, ese monumento gótico que atrae a millones de turistas cada año, puso este domingo un punto final a la huida de Emanuele De Maria, un convicto de 35 años condenado por asesinato que disfrutaba de un régimen de semilibertad. Pero antes de saltar al vacío, dejó tras de sí un rastro de sangre: un compañero de trabajo apuñalado y una mujer desaparecida, cuyo cuerpo sin vida fue encontrado horas antes en un parque.
De preso modelo a fugitivo
De Maria cumplía una condena de 14 años por matar a una joven tunecina en 2016. Tras fugarse a Alemania y ser capturado, fue trasladado a Italia, donde, por buena conducta, logró un permiso para trabajar fuera de prisión. Desde hacía casi dos años, era recepcionista en el Hotel Berna, cerca de la Estación Central de Milán. Incluso había dado entrevistas como ejemplo de reinserción.
Pero el viernes, algo se rompió.
Esa tarde, De Maria apuñaló a Hani Fouad Abdelghaffar Nasra, un compañero egipcio de 51 años que trabajaba en la cafetería del hotel. La víctima sobrevivió, pero el agresor huyó. Mientras la policía lo buscaba, salió a la luz otra pista inquietante: Arachchilage Dona Chamila Wijesuriya, una camarera de 50 años, también empleada del Berna, había desaparecido.
Las cámaras la captaron por última vez entrando al Parco Nord con De Maria. Horas después, su teléfono apareció en una papelera del metro. Su familia, desesperada, denunció su desaparición.
Un cuerpo en el parque y un salto al vacío
El domingo, un transeúnte encontró el cuerpo de Wijesuriya entre los matorrales del parque. No lejos de allí, las cámaras habían grabado a De Maria caminando solo.
Pocas horas después, el convicto subió a las terrazas del Duomo y se lanzó al vacío. Cayó decenas de metros frente a los turistas. Los servicios de emergencia no pudieron hacer nada. En su bolsillo llevaba una fotocopia de su DNI, como si quisiera asegurarse de que lo identificaran.
Las autoridades investigan ahora si De Maria asesinó a Wijesuriya. Su historial —el feminicidio de 2016, la fuga a Alemania, el ataque con cuchillo— sugiere un patrón violento. Pero ya no habrá juicio, ni explicaciones. Solo queda el misterio de qué lo llevó a matar, huir y, finalmente, saltar.