
El auge del nomadismo digital, estimulado por los cambios globales tras la pandemia de Covid-19, transformó el mapa del trabajo remoto en todo el mundo.
De acuerdo con cifras de Pumble, actualmente entre 40 y 80 millones de personas eligen este modelo flexible, lo que ha convertido a Indonesia y especialmente a Bali, en uno de los destinos predilectos para quienes desean combinar productividad y bienestar en escenarios distintos a los tradicionales.
Sobre este fenómeno, John Cunningham, periodista especializado en viajes y turismo, ha realizado un análisis en el que detalla cuatro aspectos fundamentales para quienes consideran mudarse a la isla y formar parte de su creciente comunidad internacional de trabajadores remotos.
1. Un destino en crecimiento y oportunidades para extranjeros
El interés por Bali como base de operaciones para nómadas digitales no deja de crecer, especialmente en zonas como Uluwatu y Canggu. Según datos publicados por Nomads.com, Uluwatu registró un incremento del 51% en el flujo de trabajadores remotos durante este año.

Un punto determinante en este fenómeno es la política de visados adoptada por Indonesia. De acuerdo con la consultora Bali Business Consulting, la visa ‘KITAS E33G’ otorga residencia temporal durante un año a quienes prestan servicios digitales para empresas extranjeras. Cunningham destaca que esta modalidad facilita estancias prolongadas, evita interrupciones laborales y exime del pago de impuestos en Indonesia por ingresos generados fuera del país.
2. Entorno natural y desafíos medioambientales
La riqueza ecológica de Bali es otro de sus grandes atractivos. Playas volcánicas, arrozales declarados Patrimonio de la Humanidad, templos en acantilados y cascadas protegidas en la selva conforman su identidad.
“Bali lo tiene todo para enamorar a cualquier persona más allá de su origen”, afirma Cunningham, quien también menciona el protagonismo del surf y la presencia de empresas especializadas como Rapture Surfcamps.
Sin embargo, este equilibrio natural enfrenta riesgos importantes. A nivel global, Indonesia es el segundo mayor emisor de plásticos marinos y genera aproximadamente 7.8 millones de toneladas de residuos plásticos al año, según datos del Banco Mundial.

En el caso de Bali, la hostelería y las actividades recreativas ejercen una presión evidente sobre los recursos naturales. Ante ello, el gobierno local participa en proyectos de sostenibilidad ambiental enfocados en minimizar los efectos negativos de la movilidad, el alojamiento y la restauración en zonas ecológicamente sensibles.
3. Adaptación cultural: claves para la convivencia
Mudarse a Bali implica, según Cunningham, “conocer sus códigos y respetar las costumbres locales para integrarse sin alterar el equilibrio social”. La isla mantiene dos estaciones bien diferenciadas: la seca, de abril a octubre, que coincide con la mayor afluencia de turistas, y la lluviosa, de noviembre a marzo, caracterizada por vegetación más exuberante, pero condiciones meteorológicas menos predecibles.
En cuanto a la comunicación, predominan el balinés y el indonesio, aunque el inglés es habitual en espacios turísticos. No obstante, Cunningham enfatiza el papel del respeto mutuo y la amabilidad, valores que rigen la vida cotidiana. Para desplazarse, la moto o scooter es el transporte favorito, aunque requiere precaución, sobre todo para quienes no están habituados al tráfico local.
Para comer bien y barato, las guías de turismo recomiendan los warung, restaurantes familiares donde se pueden probar platos como el nasi goreng, el mie goreng o el tempeh fermentado.
4. Visados en Bali
La política migratoria indonesia actualizó sus normas para captar el interés de los nómadas digitales. Cunningham destaca entre las opciones la visa para nómadas digitales, que puede habilitar estancias de hasta cinco años y otorga ventajas fiscales al eximir del pago de impuestos por ingresos generados fuera del país.
El objetivo, según las autoridades locales, era atraer a 3.6 millones de visitantes internacionales y dinamizar la economía mediante el consumo e inversión directa.
Sin embargo, no todo han sido avances. Las autoridades, como la Junta de Agencias de Viajes y Turismo (ASITA), reportan diversas irregularidades: uso inapropiado de visados, actividades económicas informales y conflictos de convivencia.
Cunningham destaca que, en 2022, más de 8.000 habitantes firmaron una petición para denunciar comportamientos problemáticos de algunos residentes temporales, especialmente en aspectos relacionados con el respeto a los espacios sagrados y las normas sociales.

El fenómeno también impacta la vida local: en áreas como Canggu, el dinámico movimiento de nómadas ha elevado los precios de la vivienda y de bienes básicos, lo que genera nuevos retos para el equilibrio social y económico.
Por último, Cunningham recuerda que en el día a día es esencial tener presente que el agua de la red no es apta para el consumo, por lo que se recomienda comprar siempre agua embotellada y limitar los productos frescos que podrían provocar el conocido ‘Bali belly’.
Una última recomendación habitual para quienes visitan templos o playas es comenzar la jornada temprano, tal como aconseja Condé Nast Traveler, para evitar las horas de mayor afluencia y las temperaturas más elevadas.