
Los envases de plástico que se utilizan cada día podrían afectar la salud humana. De acuerdo con un estudio científico, los bisfenoles, que son sustancias presentes en plásticos y latas, podrían estar asociados con más de 127 millones de casos de obesidad, diabetes tipo 2 y síndrome metabólico que se desarrollaron el año pasado.
La investigación, que fue publicada en la revista The Science of Total Environment, alertó que tanto el bisfenol A (BPA) como sus sustitutos, BPS y BPF, están cada vez más presentes en personas de todo el mundo.

“Los compuestos de bisfenol representan una carga sustancial y creciente para la salud metabólica mundial”, subrayaron las autoras, las científicas Marta Jaskulak y Katarzyna Zorena.
Hicieron el trabajo con apoyo de la Agencia Médica de Investigación de Polonia y el programa clínico de la Escuela de Medicina de la Universidad de Harvard. Tuvieron en cuenta datos de América Latina, América del Norte, Asia y Europa entre 2000 y 2024.
Bisfenoles: cómo impactan más allá del plástico

Los bisfenoles se utilizan para fabricar plásticos duros y recubrimientos de latas. El más popular es el bisfenol A (BPA), presente en envases de comida, botellas y latas.
Por los potenciales riesgos a la salud, autoridades regulatorias de varios países ya limitaron el uso de BPA, pero eso llevó a la producción de bisfenol S (BPS) y bisfenol F (BPF), que son variantes similares.
Las investigadoras abordaron el desafío de medir si esos químicos realmente impactan en enfermedades como la obesidad y la diabetes tipo 2.
Quisieron saber si prohibir el BPA alcanza para proteger la salud o si los reemplazos, como BPS y BPF, presentan riesgos similares o mayores.
Bisfenoles y enfermedades: cómo se investigó

La investigación relevó datos de veinte países de distintas regiones. Registró datos sobre niveles de BPA, BPS y BPF en personas de diferentes edades y condiciones de vida entre 2000 y 2024.
Se evaluaron los cambios año tras año en la cantidad de bisfenoles encontrados en la orina de la población.
Luego, relacionaron los datos de salud con la cantidad de bisfenoles en el cuerpo y otros aspectos como ingresos y dieta. Las investigadoras comprobaron que el aumento en la exposición a bisfenoles coincide con más riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y problemas metabólicos.
En Europa y América del Norte, los primeros países que regularon el uso de BPA en productos como biberones y envases, los niveles de BPA cayeron, pero los de BPS y BPF subieron.

“Las concentraciones de BPS y BPF en orina aumentaron un 47 % y 22 %, respectivamente, tras la regulación en Europa”, indicaron en el informe. Asia fue la región con mayor incremento de problemas ligados a bisfenoles, acumulando casi la mitad de los casos mundiales. América Latina mostró una tendencia creciente, aunque menor que en Asia o Europa.
En el trabajo, las científicas estimaron que los bisfenoles se relacionan con más de 127 millones de casos de enfermedad metabólica durante 2024.
En la parte económica, el análisis estima que “el costo global atribuible a los trastornos metabólicos inducidos por bisfenoles se estima en 1,1 billones de dólares en 2024”.
El mayor gasto proviene de la pérdida de productividad y cuidados prolongados de las personas y no solo de gastos médicos.

Al analizar distintas respuestas regulatorias, el grupo concluyó que reducir la exposición planetaria a bisfenoles a la mitad evitaría 49 millones de casos y ahorraría 420.000 millones de dólares por año.
Donde las leyes no contemplan todos los tipos de bisfenol, los sustitutos avanzan rápido.
“La acción regulatoria centrada solo en el BPA puede resultar, en algunos casos, contraproducente, al crear una falsa sensación de seguridad mientras persiste la amenaza toxicológica bajo la apariencia de análogos estructurales similares”, señalaron.

Igualmente las investigadoras reconocieron limitaciones del estudio: faltan datos de África y Oceanía y muchos análisis dependen de observaciones, no de experimentos. Aclararon que otras variables podrían influir, pero confirmaron la solidez de sus estimaciones.
La recomendación de las investigadoras es clara: regular todos los bisfenoles de manera conjunta y vigilar el uso de estos compuestos en productos cotidianos, ya que reemplazar uno por otro no elimina los riesgos.
“Este nuevo estudio aporta evidencia de que los diferentes bisfenoles podrían aumentar el riesgo de desarrollar resistencia a la insulina, el síndrome metabólico y, más tarde, diabetes. Por eso, resulta difícil pensar que modificando parcialmente una molécula, como pasar de BPA a BPF o BPS, se logren evitar sustancialmente los efectos o que desaparezcan”, dijo a Infobae, el médico Osvaldo Ponzo, profesor titular de fisiología y biofísica y director del Laboratorio de endocrinología del Instituto de Fisiología de la Facultad de Medicina de la Universidad de Buenos Aires.

“El bisfenol A ya tiene décadas de producción y circuitos industriales muy grandes que no son fáciles de sustituir, tanto en la aplicación industrial como en la adaptación de la sociedad al consumo de esos productos”, afirmó.
El experto consideró que se necesitan campañas de educación para la población que permitan modificar el uso de productos sin bisfenoles.
Además, “la industria deberá generar sustitutos realmente válidos y no pequeñas modificaciones de las moléculas que igualmente alteran la salud”, opinó el doctor Ponzo, quien es miembro de la Sociedad Argentina de Endocrinologia y Metabolismo (SAEM).

Por su parte, Enrique Luque, investigador superior jubilado en bisfenol A del Instituto de Salud y Ambiente (ISAL), que depende de la Universidad Nacional del Litoral y el Conicet, opinó al ser consultado por Infobae: ”Aun no está demostrado totalmente que los sustitutos del bisfenol A sean también disruptores endócrinos. Me parece que faltan más investigaciones originales con revisión de pares porque el trabajo publicado en The Science of Total Environment solo sugiere una asociación y no una relación de casualidad. Tampoco mencionan estudios originales que confirmen que los sustitutos sean disruptores“.
El doctor Luque consideró que “se necesita invertir en más estudios para evaluar mejor los efectos de los sustitutos en la salud. También se debería considerar que los niveles bajos de bisfenoles podrían generar un efecto biológico”.
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