El hambre puede reprogramar el cerebro y cambiar la empatía social, revela un estudio en ratones

Científicos del Instituto Francis Crick de Londres descubrieron que la falta de alimento desactiva circuitos de cuidado parental y puede disparar conductas agresivas. Los detalles del estudio, según Muy Interesante

Guardar
Los neurocientíficos observaron que el
Los neurocientíficos observaron que el hambre reconfigura las prioridades cerebrales y desactiva el circuito del cuidado parental (Imagen Ilustrativa Infobae)

El hambre no solo impulsa la búsqueda de alimento, sino que puede transformar la manera en que el cerebro prioriza las relaciones sociales y la empatía. Así lo demuestra una investigación reciente del Instituto Francis Crick de Londres, reseñada por Muy Interesante, que revela cómo la falta de comida reprograma el cerebro de hembras de ratón, suprimiendo el cuidado parental y desencadenando conductas agresivas hacia las crías.

Este hallazgo, publicado en la revista Nature, pone de manifiesto la compleja interacción entre necesidades fisiológicas y comportamiento social, y sugiere que los mecanismos biológicos que regulan la empatía pueden ser mucho más flexibles de lo que se pensaba.

El equipo de neurocientíficos del Instituto Francis Crick diseñó un experimento en el que observaron a hembras vírgenes de ratón sometidas a varias horas de ayuno. Mientras que en condiciones normales estas mostraban indiferencia o incluso cuidado hacia las crías de otras, tras el periodo sin alimento su actitud cambiaba de forma radical: se volvían agresivas exclusivamente con las crías, sin mostrar hostilidad hacia otros adultos ni hacia presas.

Según detalla Muy Interesante, este comportamiento no se debía a confusión ni a irritabilidad general, sino a una reconfiguración profunda de las prioridades cerebrales. El mismo circuito neuronal que en otras circunstancias impulsa el cuidado parental, bajo el efecto del hambre se desactiva y da paso a una respuesta defensiva.

El hallazgo sugiere que la
El hallazgo sugiere que la empatía y el cuidado parental dependen de circuitos neuronales sensibles a las condiciones fisiológicas (Imagen Ilustrativa Infobae)

Mecanismos neuronales y hormonales en la reprogramación del cerebro

El análisis de los mecanismos neuronales implicados permitió identificar a las neuronas AgRP, localizadas en el hipotálamo, como protagonistas de este cambio. Estas células, conocidas por activarse ante la falta de alimento y desencadenar la urgencia de comer, también envían señales al área preóptica medial (MPOA), una región clave para el comportamiento maternal.

Cuando las AgRP se activan, interfieren con las neuronas responsables del cuidado de las crías en la MPOA. Los investigadores comprobaron que al estimular artificialmente las AgRP en ratonas bien alimentadas, estas adoptaban la misma conducta agresiva; en cambio, al silenciarlas en ratonas hambrientas, la agresión desaparecía.

El proceso se apoya en la liberación de neuropeptido Y (NPY), una sustancia química que actúa como freno sobre las neuronas de la MPOA, reduciendo su actividad eléctrica y, con ello, suprimiendo la empatía parental.

La activación de las células
La activación de las células AgRP desencadena señales que interfieren con el comportamiento maternal en la MPOA (Imagen ilustrativa Infobae)

No obstante, la respuesta al hambre no era uniforme en todas las hembras. Solo cerca del 60% de las ratonas sometidas a ayuno mostraban agresión hacia las crías. La clave de esta variabilidad residía en el ciclo reproductivo, específicamente en la proporción de las hormonas estradiol y progesterona.

Durante la fase de metestro, cuando la progesterona predomina, el cerebro se vuelve más sensible a la señal del hambre y la agresión es más probable. En contraste, durante el estro, con niveles elevados de estradiol, el efecto desaparece. Muy Interesante explica que las neuronas de la MPOA poseen receptores para ambas hormonas y ajustan su actividad en función de la etapa del ciclo, lo que determina si la señal del hambre puede o no inhibir el comportamiento de cuidado.

El estudio identificó además el mecanismo biológico que actúa como “interruptor” entre el cuidado y la agresión: los canales HCN, compuertas eléctricas en las neuronas que regulan su nivel de actividad. En condiciones de hambre, el NPY bloquea parcialmente estos canales, reduciendo la excitabilidad de las neuronas de la MPOA.

Si la progesterona es alta, los canales HCN ya son menos abundantes, lo que amplifica el efecto inhibidor. Cuando los investigadores bloquearon estos canales directamente, incluso sin inducir hambre, observaron el mismo cambio de comportamiento: hembras alimentadas atacaban a las crías.

Comprender la interacción entre señales
Comprender la interacción entre señales internas y emociones abre nuevas vías para tratar alteraciones del estado de ánimo (Imagen Ilustrativa Infobae)

Este hallazgo, según Muy Interesante, demuestra que los canales HCN son el punto de integración de las señales metabólicas y hormonales, permitiendo que el cerebro ajuste sus prioridades sociales en función de las necesidades internas.

Implicaciones para la salud mental y la conducta social

Más allá del modelo animal, los autores del estudio subrayan que el cerebro integra constantemente señales internas como hambre, hormonas, estrés o sueño para modular las emociones y los comportamientos sociales.

Aunque en humanos estos cambios suelen ser más sutiles, los principios biológicos subyacentes son similares: el cerebro equilibra el cuidado, la irritabilidad y la defensa según las demandas del cuerpo. Este enfoque ayuda a comprender cómo los estados corporales pueden influir en la salud mental y en la aparición de trastornos de conducta.

El avance logrado por el equipo del Instituto Francis Crick, recogido por Muy Interesante, abre nuevas perspectivas para investigar cómo la combinación de diferentes estados internos, como el hambre y la ansiedad o el sueño y el estrés, puede incidir en la toma de decisiones sociales y emocionales. Profundizar en estos mecanismos podría aportar claves para entender mejor las alteraciones del estado de ánimo y los trastornos de comportamiento en humanos.