
El hallazgo de una sandalia medieval tejida hace más de seis siglos en el interior de un nido de buitre leonado barbado en los acantilados del sur de España reveló el potencial de estas estructuras como verdaderos archivos naturales, capaces de preservar fragmentos de la historia humana y ecológica.
De acuerdo con National Geographic, junto a la sandalia se recuperaron más de 200 artefactos de origen humano y restos animales, lo que ofrece una panorámica única sobre la interacción entre personas y fauna a lo largo del tiempo.
Esta revelación es fruto de una serie de expediciones llevadas a cabo entre 2008 y 2014. Un equipo encabezado por Antoni Margalida, ecólogo del Instituto Pirenaico de Ecología, descendió por riscos para acceder a una docena de nidos de buitre leonado barbado (Gypaetus barbatus).

Entre los objetos encontrados, destaca la sandalia conocida como agobía, elaborada con hierbas y ramitas y cuya antigüedad se estima entre 652 y 696 años. Este calzado sobrevivió gracias al microclima fresco y seco de la cueva, donde generaciones de buitres lo mantuvieron protegido entre ramas y otros elementos.
Conservación única en los nidos de buitre leonado barbado
Los nidos de esta especie presentan condiciones excepcionales para la conservación de materiales muy antiguos. El buitre leonado barbado, el único buitre especializado en consumir huesos, habita en zonas montañosas e instala sus nidos en recovecos resguardados en acantilados.
Cada vez que estos buitres ocupan un nido, suman nuevos componentes: ramas, lana de oveja para aislar los huevos y restos de presas, por ejemplo, huesos y partes de cabras. Margalida comparó estos nidos con un museo de historia natural, ya que el entorno de las cuevas garantiza que los objetos incorporados por las aves se preserven durante siglos.

Incluso después de la desaparición de la especie del sur de España en el último siglo, los nidos antiguos permanecen como testigos de su presencia, indicó National Geographic.
El examen de los 12 nidos reveló una sorprendente variedad de elementos: 86 pezuñas, más de 2.100 huesos y fragmentos de cáscaras de huevo de polluelos antiguos. También se recuperaron artefactos humanos, incluidos textiles y herramientas.
Destacan una honda elaborada con esparto y un virote de ballesta, cuya presencia podría deberse tanto a la construcción del nido como a haber llegado incrustado en una presa. Por medio de análisis de carbono-14, los investigadores determinaron que la sandalia de esparto tiene unos 675 años y una pieza de cestería, unos 150 años.
Un archivo natural con valor científico

El interés científico de estos hallazgos trasciende la simple curiosidad arqueológica. Tal como explicó Margalida a National Geographic, el estudio de los materiales conservados en los nidos podría aportar información clave sobre la historia humana, la dieta de los buitres y los cambios ambientales de la región.
Por ejemplo, el análisis toxicológico de las cáscaras de huevo puede indicar exposiciones pasadas a pesticidas, mientras que la identificación de especies animales y vegetales entre los restos permite rastrear variaciones de fauna y flora a lo largo del tiempo.
Además, la datación de los materiales ayuda a comprender durante cuánto tiempo los buitres reutilizaron los mismos lugares para anidar.

La reutilización prolongada de los nidos no es exclusiva del buitre leonado barbado. Tricia Miller, bióloga de vida silvestre y directora ejecutiva de Conservation Science Global, Inc., señaló a National Geographic que muchas aves rapaces mantienen sus nidos durante siglos, acumulando capas con materiales de distintas épocas.
Existen casos documentados, como un nido de águila real que alcanzó seis metros de profundidad debido a generaciones de acumulación.
Objetos humanos en los nidos: un enigma
No siempre es evidente el motivo por el cual los buitres incluyen objetos humanos en sus nidos. Margalida comentó a National Geographic el hallazgo de una camiseta en un nido actual que los buitres podrían haber utilizado en lugar de lana de oveja. Otros hallazgos, como el virote de ballesta, generan dudas acerca de su origen y función.

Miller, en sus investigaciones sobre nidos de águila pescadora en Nueva Jersey, encontró desde cuerdas hasta plásticos, y se pregunta si estas aves se sienten atraídas por materiales extraños o simplemente los usan como decoración.
Como paralelismo con la sandalia medieval española, Miller relató el hallazgo de un zapato Croc en uno de estos nidos.
El equipo de Margalida conserva aún numerosos objetos pendientes de estudio, a la espera de financiación. Además, aseguró a National Geographic que estos materiales abrirán nuevas perspectivas sobre la historia de los buitres y de los humanos que habitaron cerca de ellos.
Últimas Noticias
Científicos confirmaron que las vacunas contra el VPH previenen el cáncer y son seguras
Expertos analizaron la experiencia internacional y comprobaron que la inmunización temprana cambia el rumbo de la salud pública frente al virus. Las recomendaciones

Alertan sobre el riesgo de inundaciones en costas del Mar del Norte: las causas
Expertos presentaron nuevos datos que muestran una aceleración en la exposición de zonas vulnerables

Crean una médula ósea artificial y en miniatura capaz de producir sangre: cómo funciona
El desarrollo, realizado por científicos en Suiza, reproduce el entorno tridimensional donde se forman las células sanguíneas humanas y ofrece una vía inédita para estudiar enfermedades, probar fármacos y personalizar terapias en hematología moderna

Las grandes ciudades modernas desafían la biología humana y podrían afectar su evolución, afirma un estudio
Una investigación internacional advierte que la acelerada urbanización y la exposición a contaminación, ruido y vida sedentaria tienen efectos directos sobre el sistema inmune, la fertilidad y la función cognitiva

Acurrucarse y “secarse”: el sorprendente comportamiento de las cucarachas silbadoras de Madagascar ante el cambio climático
Investigadores descubrieron que, frente a la baja humedad, estos insectos aumentan el contacto grupal para conservarla. Por qué advierten que esta práctica podría ser clave para otras especies ante el calentamiento global



