
La batalla entre la biotecnología agrícola y las plagas del maíz enfrenta un nuevo escenario. Un estudio reciente de la University of Arizona alerta sobre la capacidad de los gusanos de la raíz del maíz para desarrollar resistencia a las tecnologías más avanzadas, incluidas la combinación de maíz Bt y la interferencia por ARN (RNAi).
Este hallazgo, publicado en la revista científica Proceedings of the National Academy of Sciences (PNAS), pone en entredicho la efectividad de las defensas biotecnológicas más recientes y representa un desafío para la producción de uno de los cultivos más importantes del mundo.
Un equipo de entomólogos de la University of Arizona, dirigido por Bruce Tabashnik y Yves Carrière, analizó datos de campo recopilados durante dos décadas en el cinturón del maíz de Estados Unidos, una zona que abarca desde Ohio occidental hasta Nebraska oriental y Kansas nororiental. Tras evaluar millones de gusanos de la raíz del maíz en 12 estudios previos, los científicos detectaron un patrón inquietante: la protección de la combinación Bt y RNAi es considerablemente menor en campos donde la resistencia al maíz Bt ya está presente.
“Los resultados muestran de manera consistente que en los campos donde ha evolucionado la resistencia a Bt, la combinación de Bt e interferencia por ARN proporciona menos protección contra los daños del gusano de la raíz”, explicó Tabashnik en declaraciones a la universidad. El experto recalcó que los datos se obtuvieron de estudios de campo, no de laboratorio, lo que subraya la gravedad de la situación.

Impacto económico y limitaciones de las nuevas tecnologías
El impacto de la plaga es sustancial. La University of Arizona estima que los gusanos de la raíz del maíz, conocidos como los “insectos de los mil millones de dólares”, provocan cada año pérdidas de aproximadamente USD 2.000 millones en el rendimiento del maíz en Estados Unidos. A esto se añade otro USD 1.000 millones invertido anualmente en su control.
Estas larvas, ocultas bajo tierra, dañan directamente las raíces de la planta y reducen la productividad de un cultivo esencial para la economía y la seguridad alimentaria. Además de alimento básico, el maíz es materia prima vital para la industria y la ganadería, lo que acentúa las consecuencias de la resistencia de estas plagas.
El avance de las herramientas de control refleja una competencia constante entre la innovación tecnológica y la adaptación de las plagas. El maíz Bt, lanzado en 2003, fue diseñado para producir proteínas derivadas de Bacillus thuringiensis, letales para algunos insectos pero inocuas para humanos y fauna silvestre. Esta tecnología ofreció grandes resultados iniciales, pero la resistencia de los gusanos surgió tras pocos años de uso intensivo.
En respuesta, las empresas de semillas aplicaron la “piramidación”, es decir, la combinación de dos proteínas Bt distintas. Aunque esta táctica logró retrasar el fenómeno, no lo evitó. En 2022, la introducción de la interferencia por ARN (RNAi) supuso un nuevo avance: este método inactiva genes claves solo presentes en la plaga objetivo. Sin embargo, la RNAi se emplea únicamente junto con Bt, y el reciente estudio indica que la resistencia previa al Bt mermó la efectividad del dúo.

“Nunca se pensó que la RNAi funcionaría sola. Se concibió como un golpe doble junto con Bt. Pero cuando la RNAi llegó al mercado, la resistencia al Bt ya había reducido la efectividad del dúo”, detalló Tabashnik.
Estrategias futuras y recomendaciones para frenar la resistencia
Frente a este panorama, los investigadores de la University of Arizona aconsejan adoptar estrategias de manejo integrado de plagas. Entre las prácticas sugeridas destacan la rotación de cultivos y la siembra de refugios de maíz convencional cerca de los transgénicos, medidas diseñadas para sostener poblaciones de plagas susceptibles y disminuir la velocidad de evolución de la resistencia.
Tabashnik señaló que muchos agricultores depositaron grandes esperanzas en las nuevas tecnologías, aguardando una eficacia sostenida durante años, pero el estudio revela que estos métodos podrían tener una vida útil mucho más corta si no se aplican de manera responsable.
“Los agricultores han confiado en esta nueva tecnología con la expectativa de que duraría muchos años. Nuestro estudio muestra que la vida útil de esta herramienta podría ser mucho más breve si no se toma en serio la gestión de la resistencia”, afirmó el especialista.
El estudio concluye que diversificar las estrategias es imprescindible, porque las plagas continúan adaptándose y no existen soluciones definitivas. Mientras el gusano de la raíz del maíz mantiene su capacidad de adaptación, la única vía sostenible es innovar y combinar enfoques para que la resistencia no supere a la tecnología.