
La incertidumbre en el Palacio de Carondelet reflotó tras la contundente derrota del oficialismo en las urnas. La Consulta Popular y Referéndum impulsados por el presidente Daniel Noboa fueron rechazados con alrededor del 60% en todas las preguntas. Estos comicios, claves para medir la popularidad de Noboa, pero también para asegurar la estabilidad de su administración y proyecto político; dejaron al presidente y a sus ministros a la espera de decisiones, en el clima habitual que sigue a una derrota electoral
La noche del 16 de noviembre, cuando la tendencia ya era irreversible, con más del 60% de actas escrutadas, empezaron los primeros rumores entre los periodistas que, en medio de la cobertura, hablaban con sus fuentes sobre los posibles cambios en el gabinete. El primer nombre que apareció con fuerza fue el de la ministra de Gobierno, Zaida Rovira.
Para la mañana de este lunes se sumaron dos nombres más a la especulación: la secretaria de Comunicación, Irene Vélez y la vocera presidencial, Carolina Jaramillo.

Los resultados de las escuchas digitales y de los análisis expertos indican que una de las narrativas que desfavoreció al gobierno fue la idea de que el elector votaría por un “cheque en blanco”. Desde que se anunció la consulta y el referéndum, sobre todo con la posibilidad de apostar por una nueva constitución; Noboa se mantuvo hermético a revelar los contenidos que el oficialismo impulsaría. Lo que, según analistas, permitió que la oposición llenara los vacíos discursivos sobre regresión de derechos y la posibilidad de un texto que perpetúe a Noboa en el poder. La respuesta del gobierno fue el silencio.
Para varios legisladores y asesores consultados en las últimas horas por Infobae, la campaña por el Sí mostró fallas de articulación, mensajes sin una narrativa común y una ejecución que terminó recargada en la presencia del propio Noboa.
Aunque en Carondelet se insiste en que “aún no hay decisiones” sobre una posible crisis de Gabinete, los consultados coinciden en que la campaña por el “No” superó con creces el discurso de los voceros de gobierno, quienes insistieron en que la actual constitución “protege delincuentes” y que eso impide que existan resultados en seguridad.

Ese argumento, reiterado tantas veces en las dos semanas de campaña, fue cuestionado cuando la mañana del domingo el presidente Noboa anunció la captura del líder de los Lobos, alias Pipo, que estaba prófugo en España. Los primeros comentarios que circularon tras la noticia presidencial fueron: “lo logró con la actual constitución”.
En política, las derrotas casi nunca tienen una única explicación, pero es evidente que esta llegó en un momento especialmente delicado para Noboa. El país enfrenta la peor crisis de seguridad de su historia reciente. Pese a eso, en materia de gobernabilidad, desde que asumió el poder, el presidente ha tenido a su favor un Congreso donde su bancada ha logrado consolidad una mayoría, aunque no una coalición sólida.
Hay otro factor que es clave. El electorado ecuatoriano es mayoritariamente joven, y ese segmento tomó distancia del discurso oficial sobre el referéndum. No se trata necesariamente de un rechazo frontal al gobierno de Noboa, pero sí de una alerta que obliga al Ejecutivo a revisar cómo está comunicando, a quién está llegando y de qué manera. Sobre todo, cuando el gobierno ha tratado de mostrarse como la “nueva política” y se ha mostrado cercano a ese electorado que, con la posibilidad de informarse a través de canales digitales, ha preferido optar por la estabilidad de lo conocido que la incertidumbre de lo venidero, según algunos especialistas.

Mientras tanto, las reacciones de los usuarios en redes sociales llaman al presidente ha optar por un gabinete sin figuras ligadas al correísmo. Actualmente, uno de los asesores del presidente es Fausto Jarrín, ex abogado de Rafael Correa. Asimismo, la ex legisladora del correísmo, Marcela Holguín es parte de las personas que tienen voz y voto dentro de Carondelet. Otros, en cambio, han pedido que Noboa pluralice los perfiles de sus ministros y lleve a personas de la Sierra, pues ahora el gabinete se conforma mayoritariamente por costeños.
Según politólogos y exfuncionarios consultados, esta diferencia no responde a regionalismo, sino a dinámicas políticas distintas. Mientras la política en la Costa se basa más en las decisiones comerciales y cómo el poder las afecta; en la Sierra, capital de la burocracia y del juego político, los actores basan sus decisiones en cómo el poder gravita alrededor de la ejecución política de quien está al mando.
Por ahora, se espera que en el transcurso de este lunes los ministros se reúnan en el Palacio de Gobierno y que el presidente informe si habrá cambios tras la derrota o si continuará con las mismas personas y el mismo estilo de gobernanza.
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