Tokio rechaza las acusaciones "infundadas" de Pekín tras una carta remitida a la ONU y pide más diálogo

La reciente advertencia enviada por China a la ONU, señalando posibles represalias en Taiwán, elevó la tensión con Japón, cuyo gobierno reivindica la diplomacia y rechaza las restricciones económicas y políticas impuestas por Pekín contra intereses japoneses

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La última comunicación eliminada por el cónsul chino en Osaka, Xue Jian, en la que hacía referencia a la primera ministra japonesa utilizando términos considerados amenazantes y señalando la posibilidad de represalias violentas, añadió nuevos elementos de gravedad al contexto diplomático entre ambos países. El mensaje, publicado en redes sociales y posteriormente retirado, provocó reacciones críticas y rechazos públicos en distintos ámbitos, al coincidir con una serie de medidas de restricción económica adoptadas por China contra Japón y con un aumento de la tensión en torno a Taiwán. El medio Bloomberg reportó que esta escalada se produjo después de que Pekín enviara una carta formal a la Organización de las Naciones Unidas, advirtiendo sobre posibles represalias si Japón llegase a involucrarse militarmente en la región del estrecho de Taiwán.

Según detalló Bloomberg, el Ministro de Exteriores chino remitió al secretario general de la ONU, António Guterres, una solicitud para que el organismo internacional respalde la posición del gobierno chino ante la eventualidad de participación japonesa en el conflicto regional. En respuesta, el gobierno japonés, a través de su portavoz Maki Kobayashi, expuso que las afirmaciones chinesas resultan “totalmente infundadas” y defendió públicamente la continuidad de su política sobre Taiwán, declarando que no se han producido alteraciones pese a los recientes acontecimientos. Tal como consignó Bloomberg, Kobayashi también abogó por la apertura y el fortalecimiento de canales diplomáticos, con la intención de reducir las tensiones actuales en Asia oriental.

El desencadenante inmediato de la controversia diplomática puede vincularse a los comentarios de la primera ministra japonesa, Sanae Takaichi, respecto a una posible reacción militar de Japón en caso de ofensiva china sobre Taiwán. Esta declaración, según difundió Bloomberg, motivó que las autoridades chinas demandaran una disculpa oficial, postura rechazada frontalmente por la dirigente japonesa. Takaichi señaló que no procederá ninguna retractación y reiteró la decisión de mantener la política actual de Japón en situaciones que impliquen riesgos para la seguridad regional.

Este ambiente de desacuerdo quedó demostrado en la pasada cumbre del G-20 llevada a cabo en Johannesburgo, Sudáfrica. Bloomberg informó que el gobierno chino denegó cualquier encuentro bilateral entre la primera ministra japonesa y el primer ministro chino, Li Qiang. La única interacción registrada entre ambos líderes durante la cumbre fue el breve cruce en la fotografía oficial, sin posibilidad de diálogo adicional. Por parte de la delegación japonesa, las solicitudes de reactivación de los vínculos diplomáticos incluyeron propuestas tanto para foros formales como para canales informales.

En el plano económico, la tensión diplomática encontró su equivalente en un endurecimiento de las políticas comerciales de Pekín hacia Tokio. Entre las acciones adoptadas por China figuran la suspensión de importaciones de productos del mar japoneses y nuevas restricciones a películas de origen japonés, de acuerdo con la información aportada por Bloomberg. Este tipo de medidas sigue pautas ya empleadas en situaciones de distanciamiento diplomático anteriores, incrementando la preocupación por el impacto en sectores productivos nipones.

Bloomberg mencionó que, en paralelo, surgió inquietud por la recomendación hecha a ciudadanos chinos en relación con los viajes hacia Japón, así como por las consecuencias sobre el intercambio comercial y turístico. Al respecto, las autoridades japonesas han reiterado que su postura permanece intacta, insistiendo en la defensa de los procedimientos diplomáticos y en la continuidad de los esfuerzos para restaurar el diálogo político.

El contexto histórico del diferendo bilateral, recordado por Bloomberg, remonta sus orígenes a la guerra civil china de 1949, cuando la escisión entre el gobierno comunista en Pekín y el Kuomintang instalado en Taiwán consolidó una disputa sobre la soberanía y el reconocimiento internacional de la isla. Desde entonces, la relación entre China y Taiwán ha transcurrido bajo una situación de conflicto latente, marcada por esporádicos avances en el ámbito empresarial pero una ausencia prolongada de normalización diplomática.

Frente al actual repunte del conflicto, las consecuencias han ido más allá de lo político y lo militar, afectando sectores económicos clave y la cooperación comercial que, en otras épocas, sirvió como estrategia de acercamiento entre China y Japón. Según Bloomberg, pese al volumen de los vínculos económicos, las divergencias en torno al futuro de Taiwán y las diferencias de criterio político han acentuado las divisiones, generando interrogantes sobre la estabilidad regional.

En sus declaraciones recientes recogidas por Bloomberg, la portavoz del gobierno japonés, Maki Kobayashi, sostuvo que la administración nipona perseverará en la defensa del diálogo y la negociación política para encauzar la relación con China y evitar que el conflicto escale en Asia oriental. El gobierno japonés, como precisó Bloomberg, rechazó toda modificación sobres sus principios diplomáticos y, ante cada nuevo requerimiento de Pekín o movimiento oficial del Ejecutivo chino, reiteró su compromiso con la estabilidad regional y la resolución pacífica de las diferencias.