La neonatóloga del Patronato de NeNe, Thais Agut, apoya los estándares europeos, que proponen un seguimiento integral hasta al menos los seis años, con evaluaciones periódicas, cribado y derivación temprana a estimulación precoz en el subgrupo de bebés prematuros nacidos entre la semana 32 y 36 de gestación por sus numerosos beneficios.
Además, "debe garantizarse durante la hospitalización el derecho a cuidados individualizados -alimentación, termorregulación, estabilidad respiratoria y vínculo con los cuidadores- y tras el alta, una transición integral al hogar con apoyo interdisciplinario", apunta.
Con motivo del Día Mundial de la Prematuridad, recuerdan que, según los últimos datos, anualmente en el mundo, nacen aproximadamente 14 millones de bebés prematuros (antes de las 37 semanas de gestación). En las últimas dos décadas, se observa un constante aumento de la tasa de prematuridad en casi todos los países del mundo.
En Europa, nacen anualmente 250.000 bebés (5-7% de los nacidos vivos), un 1% de estos por debajo de las 32 semanas. Actualmente, en España nacen 330.000 bebés al año, de los que más de 20.000 (7%) son prematuros. Por semanas de gestación, aproximadamente un 10% nace antes de la semana 32 y un 70% entre la semana 32 y 36, representando el subgrupo más numeroso dentro de la prematuridad.
"Un bebé prematuro de 32 o 36 semanas, aunque para médicos y enfermeras no represente una prematuridad muy importante, requiere de una atención especial ya que todavía presenta inmadurez en varios sistemas (pulmones, cerebro, sistema digestivo) que necesita atención", explica el presidente de la Fundación NeNe, el neonatólogo Juan Arnáez.
"La prematuridad entre las 32 y 36 semanas es una etapa crítica en la que cerebro y cuerpo atraviesan un crecimiento acelerado, por lo que actuar con conciencia neurológica y responsabilidad marcará la diferencia entre un futuro con más oportunidades o con más dificultades para miles de niños y sus familias", subraya Arnáez.
Por otra parte, es fundamental que los profesionales de la salud ofrezcan a las familias información clínica sobre los posibles riesgos y complicaciones de manera clara, con un lenguaje que puedan entender. "El ingreso hospitalario, el miedo o la separación pueden generar ansiedad o culpa en los progenitores. Es esencial ofrecer el apoyo emocional necesario para favorecer el vínculo y reducir el estrés parental", subraya la neonatóloga Gemma Arca, que pertenece al Patronato de la fundación.
En este sentido, señala que el ingreso en el hospital debe verse como una oportunidad para que madres y padres puedan capacitarse en los cuidados de sus hijos e hijas y para que puedan aprender a comprender su lenguaje no verbal.
"Ellos pueden hacer mucho por sus hijos, su mera presencia, los estímulos que reciben a través de su voz, tacto u olfato son beneficiosos", explica Maite Montes, enfermera especializada en cuidados neonatales y responsable de Enfermería Nene, quien recomienda el método canguro; "esto en ocasiones no se hace ya que los profesionales perciben que no es tan importante para ellos al tratarse de recién nacidos casi maduros", explica.


