¿Por qué el cilantro te sabe a jabón?

Un pequeño porcentaje de la población posee una variante genética que los hace percibir un desagradable regusto al consumir esta hierba popular, debido a la sensibilidad aumentada a compuestos presentes también en productos de limpieza, según expertos

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Según información consignada por varios especialistas en divulgación científica, existe una explicación genética detrás del sabor a jabón que algunas personas perciben al consumir cilantro fresco. Esta percepción desagradable se vincula con una variante concreta del gen OR6A2, relacionada con una sensibilidad aumentada a ciertos compuestos presentes en el cilantro y en productos de limpieza. El medio El País reportó que la farmacéutica y divulgadora Boticaria García puntualizó este fenómeno y señaló que afecta a una minoría dentro de la población.

De acuerdo con datos citados por Boticaria García, aproximadamente el 15% de la población española posee esta variante genética. Estas personas detectan con especial intensidad unos compuestos conocidos como aldehídos, que están presentes tanto en el cilantro como en el jabón y detergentes domésticos. Esas moléculas, que para la mayoría de las personas confieren al cilantro un aroma fresco y herbal, provocan un sabor jabonoso y desagradable para quienes tienen esa sensibilidad, reportó El País.

Esta diferencia sensorial no responde a preferencias personales ni a aversiones culturales, sino que está mediatizada por la biología. Sandra Ortonobes, conocida como @lahiperactina en redes sociales y citada por El País, explicó que “no es tu culpa, es genético. Algunas personas tienen una variante en el gen OR6A2 que las vuelve súper sensibles a ciertos aldehídos, compuestos que están tanto en el cilantro como en el jabón”. Así, el rechazo intenso al cilantro fresco se encuentra codificado en el ADN de quienes portan esta variante genética.

El medio El País detalló que la intensidad de la percepción jabonosa puede variar si el cilantro se consume seco, ya que el proceso de secado reduce la presencia de compuestos volátiles responsables del regusto. Sin embargo, incluso tras este tratamiento, quienes presentan mayor sensibilidad genética pueden seguir detectando ese sabor, aunque de manera menos pronunciada.

Para el grupo más amplio de consumidores, que representa el 85% de la población según El País, el cilantro resulta agradable y se considera un ingrediente valorado tanto por su perfil aromático como por sus propiedades saludables. Este sector de la población no experimenta la sensación jabonosa porque carece de la sensibilidad genética precisa, lo que permite aprovechar los beneficios del cilantro, entre los que destacan compuestos antiinflamatorios y antioxidantes, según lo informado.

El País destacó también que la investigación sobre el gen OR6A2 y su influencia en la percepción del sabor ha recibido atención en diferentes ámbitos científicos y de divulgación, debido a su impacto directo en preferencias culinarias y en la variabilidad de la experiencia sensorial entre individuos. Esta diferencia genética modifica exclusivamente la percepción de certos aldehídos, sin afectar el gusto por otras hierbas o ingredientes.

Las explicaciones aportadas por divulgadores como Boticaria García y Sandra Ortonobes citadas por El País subrayan que la polarización en torno al sabor del cilantro tiene un fundamento objetivo en la genética, lo cual ofrece una respuesta precisa a quienes manifiestan rechazo hacia esta hierba en la dieta. La variabilidad genética, por lo tanto, determina la relación que cada persona puede establecer con ingredientes comunes en la alimentación, como el cilantro, y explica cómo los genes influyen en aspectos que afectan la vida cotidiana, más allá de cuestiones de salud, incluyendo las predilecciones gastronómicas.

El País recogió que, mientras tanto, para aquellos que no tienen la variante genética y disfrutan del cilantro, su consumo puede integrarse en una dieta equilibrada y proporcionar múltiples beneficios, aunque para cerca de una sexta parte de la población siga representando una experiencia sensorial poco agradable debido a factores genéticos ajenos a su voluntad o sus hábitos alimenticios.